viernes, 6 de mayo de 2011

Marxismo. Ideología de la risa



Al margen de cualquier inexistente parecido con otra ideología homónima, la que ocupa estas líneas basa su idea central en la capacidad de sus teóricos para hacer reír desde el humor absurdo que marcó época y creó escuela. Sus ideólogos fueron los hermanos Marx, sin parentesco alguno con el autor de El capital (Das capital, 1867), cuatro hermanos que, en realidad, eran cinco y que permanecen en la memoria popular por su inestimable contribución a la comedia cinematográfica, un género en el que, tras años sobre los escenarios, se adentraron por vez primera en 1929 con Los cuatro cocos. Esta película solo fue un esbozo poco trabajado del humor que perfeccionarían en tres comedias deslavazadas, surrealistas y prácticamente carentes de guión, pero repletas de momentos de gran hilaridad, ingenio y libertad creativa. En ellas se percibe la sana y loable intención de Chico, Groucho, Harpo y Zeppo de hacer pasar un rato agradable al público que asistía a las salas de proyección con la intención de evadirse de la desesperante y nada divertida realidad que siguió al crack bursátil de 1929. Así pues, durante su estancia en la Paramount, estos cuatro hermanos definieron un estilo propio que generaba las risas, las carcajadas y la complicidad del espectador, a quien Groucho no dudaba en dirigirse desde la pantalla para romper las distancias que los separaba. Como otros grandes cómicos, su mayor triunfo residió en crear personajes irrepetibles y reconocibles que han superado las modas y el paso del tiempo, personajes que se han convertido en iconos de la comedia cinematográfica, de ahí que la imagen de Groucho se recuerde como la del eterno buscavidas de bigote pintado y cejas pobladas, siempre con una o diez frases delirantes e ingeniosas dispuestas a sorprendernos, mientras que a Harpo, con su rubia y falsa cabellera rizada, silencioso por decisión propia y alborotador por convicción, uno se lo imagina dispuesto a ser el dolor de cabeza de sus compañeros de reparto. ¿Y qué decir de Chico? ¿De su sombrero y de sus constantes nombres italianos? ¿O de su intención de enredar las situaciones que pretendía remediar? Estas son las imágenes que el cine nos ha dejado de ellos, pero sería una falta de tacto no nombrar a aquel que apenas se recuerda cuando se habla de los Marx, porque Zeppo, “el guapo galán”, pronto dejaría de ser un Marx Brothers, aunque nunca un hermano de verdad. Tampoco se puede olvidar a aquella hermana cinematográfica llamada Margaret Dumont, que sufría en la ficción y, al parecer, en la realidad las constantes impertinencias de un Groucho salido de tono, pero ¿cuándo se mostró comedido y falto de ingenio? Estas son algunas de las características ideológicas asumidas por Leo McCarey en Sopa de Ganso (1933), cumbre de los Marx y un derroche de humor constante que alcanza un surrealismo disparatado hasta entonces nunca visto. Poco después, el mítico Irving Thalberg, uno de los mandamás de la MGM, quiso sacar provecho del desparpajo y del potencial cómico de los hermanos, de modo que les ofreció un contrato que estos no pudieron ni quisieron rechazar. Tras “aceptar” una serie de consejos por parte de Thalberg, la llegada de los Marx al estudio más exitoso y glamuroso de la época significó un punto de inflexión en su carrera, para algunos un salto cualitativo y para otros un lastre para el sano sinsentido característico de sus anteriores películas. Posiblemente, su mejor trabajo en la Metro fue aquel dirigido en 1935 por Sam Wood, y titulado Una noche en la ópera, famoso entre el gran público por escenas míticas como "la parte contratante de la primera parte..." y aquella que se desarrolla en el camarote tan concurrido como cualquier centro comercial el primer día de rebajas de verano. ¿Cuáles fueron los cambios que se produjeron? Tras limar algunos defectos en la puesta en escena de títulos previos (entre ellos eliminar a Zeppo) y desarrollar una historia dotada de cierto sentido, se obtuvo un resultado menos delirante, lastrado por los constantes números musicales, por los diálogos empalagosos (y poco creíbles) entre las distintas y siempre iguales parejas de enamorados (nunca interpretados por ellos, salvo cuando Zeppo era el galán) o por las omnipresentes actuaciones de Harpo al arpa y de Chico al piano. Esta son las notas de discordancia dentro de un ritmo desenfadado y surrealista, del desenfreno marxista donde reside el verdadero acierto de los entrañables Marx Brothers. Durante toda la década continuaron haciendo lo que sabían, repitiendo la misma historia, aunque reinventándola en cuanto a diálogos y situaciones, hasta que en 1941 rodaron Tienda de locos, un fracaso, un varapalo para esta ilustre familia (al ver la película se entiende el porqué) y un patinazo que llevó a los Marx a plantearse su retirada y a decidir alejarse de las pantallas (con alguna breve aparición por separado durante su retiro) hasta 1946, año en el que estrenan Una noche en Casablanca, título que generó polémica con los dueños de la Warner, a quienes Groucho contestó en una de sus famosas cartas: “...Ustedes reivindican su Casablanca y pretenden que nadie más pueda utilizar este nombre sin su permiso. ¿Qué me dicen de Warner Brothers? ¿Es de su propiedad, también? Probablemente tengan ustedes el derecho de utilizar el nombre Warner, pero ¿y el de Brothers? ...Y ahora Jack (por Jack L. Warner), hablemos de usted. ¿Diría usted que es el suyo un nombre original? Pues no lo es. Se utilizaba mucho antes de nacer usted. Sobre la marcha, recuerdo a dos Jacks: había el Jack de Jack y el melocotón gigante y Jack el Destripador, que se hizo un bonito renombre en su día...”. Así eran estos hermanos, unos cómicos irrepetibles que abandonaron el mundo del cine (al que regresaron en contadas ocasiones) y separaron sus caminos artísticos, pero esta es otra filosofía y poco tiene que ver con la "comedia marxista" que ha hecho reír e incluso llorar de la risa al público de distintas generaciones pero de igual necesidad de divertirse y disfrutar de un instante de locura y desorden como el ofrecido por estos inolvidables cómicos del celuloide.





Filmografía

Chico, Groucho, Harpo, Zeppo

Los cuatro cocos (The Cocoanuts; Robert Florey, Joseph Santley, 1929)

El conflicto de los Marx (Animal Crackers; Victor Heerman, 1930)

Pistoleros de agua dulce (Monkey Business; Norman Z. McLeod, 1931)

Plumas de caballo (Horse Feathers; Norman Z. McLeod, 1932)

Sopa de ganso (Duck Soup; Leo McCarey, 1933)


Chico, Groucho, Harpo

Una noche en la ópera (A Night at the Opera; Sam Wood, 1935)

Un día en las carreras (A Day at the Racers; Sam Wood, 1937)

El hotel de los líos (Room Service; William A. Seiter, 1938)

Una tarde en el circo (At the Circus; Edward Buzzell, 1939)

Los hermanos Marx en el oeste (Go West; Edward Buzzell, 1940)

Tienda de locos (The Big Store; Charles Reisner, 1941)

Una noche en Casablanca (A Night in Casablanca; Archie L. Mayo, 1946)

Amor en conserva (Love Happy; David Miller, 1949)

La historia de la humanidad (The Story of Mankind; Irwin Allen, 1957)

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