sábado, 15 de septiembre de 2012

Una noche en Casablanca (1946)



Si bien es cierto que Inicialmente Una noche en Casablanca iba a ser una sátira sobre el clásico de Michael Curtiz, dicha idea fue desechada antes de poner en marcha el proyecto, que nada tiene que ver con Casablanca, ya que cualquier película con los hermanos Marx de protagonistas no guarda parecido alguno con otra en la que no participasen, ya que su humor gamberro, surrealista y personal, convierte a todas sus comedias en originales e inimitables para quien no forme parte de la familia, pues casi siempre siguen un mismo patrón o seña de identidad que se descubre en aspectos como la imagen de los protagonistas (reconocible para el espectador), las escenas cómicas, siempre sembrando el caos, o la presencia de la pareja de enamorados a quienes ayudan para que pueden disfrutar de un amor que solo triunfará cuando se resuelva la situación que les afecta. De tal manera que cualquier parecido entre Groucho Marx y Humphrey Bogart sería pura coincidencia, de igual modo que cualquier semejanza entre Chico Marx y Paul Henreid resultaría una alucinación fruto del consumo de sustancias psicotrópicas, así como cualquier coincidencia física entre Harpo Marx e Ingrid Bergman pasaría por un chiste del primero. Quizá por estas extrañas no coincidencias resulta un tanto enigmático saber qué pasaría por la cabeza de Jack L.Warner cuando intentó boicotear el título del film de Archie L.Mayo, ya que cualquier parecido entre Una noche en Casablanca (A Night in Casablanca) y Casablanca solo se puede encontrar en el topónimo de la ciudad marroquí que ambas comparten en su título. Tras el fracaso de Tienda de locos (The Big Store) los hermanos Marx se retiraron durante cinco años, produciéndose su regreso a la gran pantalla con Una noche en Casablanca, comedia ambientada en un hotel donde se han producido tres extrañas muertes, anteriores a la llegada de Kornblow (Groucho Marx), el nuevo encargado del funcionamiento del establecimiento; menudo ojo han tenido los responsables al nombrar a éste estrambótico individuo como el gerente encargado de sacar adelante el negocio hotelero. Asistido por Corbuccio (Chico Marx) y por Rusty (Harpo Marx), Kornblow decide tomar cartas en un asunto concerniente a un tesoro que, supuestamente, ha sido escondido por los nazis cuando controlaban la zona, y que ha sido el causante de los homicidios de los tres gerentes que le precedieron. Los hermanos Marx no son los únicos que lo buscan (sin saber qué lo buscan), ya que Pfferman (Sig Rumann), agente nazi, también lo hace (consciente de hacerlo), aunque sin éxito, debido al buen trabajo del trío cómico a la hora de entorpecer sus intenciones, que pasan por eliminar al nuevo gerente, para de ese modo lograr el control del establecimiento y poder buscar con tranquilidad las joyas, cuadros y lingotes de oro que se esconden en la habitación secreta donde Harpo toca el arpa; mala costumbre la de este hermano (que se negaba a hablar), que rompe el ritmo de sus payasadas durante un instante que se eterniza. La película emplea una trama similar a las anteriores producciones en las que participaron los tres (de cinco) hermanos, así pues también se encuentran presentes los defectos y los aciertos de todas ellas, aunque eso sería lo de menos, ya que lo importante reside en ver como el trío se las arregla para desarreglar cuanto encuentran a su paso, haciendo alguna que otra pausa para que suenen esos números musicales, que suelen resultar algo cargantes, o para que se esboce una historia de amor que apenas importa en la trama, pues ésta también resulta superflua, ya que no sería más que una excusa para dar rienda suelta al humor del trío protagonista. 

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