jueves, 15 de febrero de 2024

Huellas marcadas (1912)

La pasión por el western que sentía Thomas Harper Ince la encontró en Francis Ford, con quien colaboró en los albores del género consiguiendo en películas como Huellas marcadas (Blazing the Trail, 1912) establecer características y mitos del western. Sin ir más lejos, en este cortometraje de apenas veinte minutos, plantan la semilla que germinará esplendorosa años después, en los buscadores fordianos en Centauros del desierto (The Searchers, John Ford, 1956) y Dos cabalgan juntos (Two Rode Together, 1960), por citar dos titulos del hermano pequeño de Francis, John, quizá el más grande del género, que aprendería el oficio junto a aquel. La historia propuesta por Ince, en la que Francis Ford asume el protagonismo, al dar vida a Blake, se centra en una familia de colonos que forma parte de una caravana que marcha hacia el Oeste; en concreto, el film se interesa por los Cooper y por Blake, quienes abandonan el numeroso grupo para iniciar su aventura por tierras inhóspitas donde sufren el asalto de los indios, tras adentrarse en su territorio y ofrecerles café. Inicialmente, los nativos se muestran amistosos, pero solo es una treta, pues no tardan en atacar a la familia. El padre y la madre mueren. Secuestran a una de los Cooper, otro Cooper, el marido de esta, así como Blake, sobreviven. Herido, el joven Cooper cuenta el asalto —en una breve analepsis que Ince introduce para mostrar la traición y el asalto ya acontecido— al grupo de buscadores que se forma en la caravana para encontrar y rescatar a la joven. Mientras, Blake, disfrazado de indio, se infiltra en el campamento e intenta rescatar por su cuenta a la secuestrada. Todo ello se expone a alta velocidad, sin necesidad de intertítulos que interrumpan la acción de Huellas marcadas, otro piedra en la construcción del género, de sus tópicos y de su mitología…



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