sábado, 24 de febrero de 2024

Ejecución inminente (1999)


Salvo por su concesión final —la escena navideña con la que concluye el film— al público y a la industria a la que pertenece, Clint Eastwood se muestra contundente a lo largo de su recorrido por la jornada que desarrolla en Ejecución inminente (True Crime, 1999), una jornada a contrarreloj con la que cerraba su obra cinematográfica en el siglo XX. En el XXI llegarían otros y mejores títulos, también peores que añadir a su ya impresionante currículum como cineasta; pero Ejecución inminente no desentona con lo que se espera. Entretiene en su propuesta, aunque su crítica a la pena capital carezca de la fuerza y de la insistencia de contemporáneas suyas como Pena de muerte (Dead Man Walking, Tim Robbins, 1995). Resulta atractiva en su reflexión sobre la casualidad, la apariencia y la verdad, que cobra la forma de drama que deambula entre el cine de periodismo y el suspense (de resolución previsible) que pueda generar la posibilidad de que el condenado Frank Beechum (Isaiah Washington), casado y también padre de una niña, sea inocente.


Eastwood asume el rol protagonista, el de un veterano del periodismo, ex alcohólico, mujeriego, padre de una hija a la que apenas ve y un reportero con instinto, insubordinado,… Resumiendo, se trata de un personaje que encaja a la perfección con la imagen crepuscular del icónico director-actor a quien se le nota a gusto en su doble función de rebelde y (anti)héroe; o sencillamente será una impresión que me generan las imágenes y la sensación de verle recreando a un personaje que se aferra a su última oportunidad para también salvar su vida de la deriva existencial que parece conducirle a la destrucción. Esa oportunidad surge de modo casual, tras un accidente que implica la muerte de la joven periodista encargada del artículo. A instancias del director del periódico (James Woods), su superior en la redacción, Bob Findley (Denis Leary), le encarga que se haga cargo del artículo de interés humano que escribía Michelle o, dicho sin florituras, que escriba uno que avive y satisfaga la curiosidad y el morbo de los lectores ante el hecho capital de matar a sangre fría, con el respaldo de la Ley. Conociendo su reputación y la aventura que Everett mantiene con su mujer, Bob recela, se muestra hostil y le insiste que nada de investigación, que su labor es escribir ese dichoso artículo de “interés humano”, pero ¿qué hay más de “interés humano” que la verdad? Y esta (y su olfato) es lo que mueve a Everett, la que impulsa a cualquier buen periodista a descubrirla y desvelarla. Así que lo que iba a ser un artículo sobre las últimas horas en la vida del condenado a muerte con quien tiene una entrevista a las cuatro, unas horas antes de la ejecución (el “crimen verdadero” al que se refiere el título original), se convierte en una carrera contra el reloj y en la búsqueda de la verdad, la cual, sin duda, sí es del máximo interés humano…



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