domingo, 18 de febrero de 2024

El castillo de Codlitz (1955)

La primera fuga de Colditz se produjo en enero de 1942 y tuvo como testigo y protagonista a P. R. Reid, quien, junto a otros tres prisioneros de guerra, escaparon de la fortaleza alemana tras numerosos intentos. Reid noveló su experiencia en 1952 y tres años después Guy Hamilton adaptó la novela en El castillo de Colditz (The Colditz Story, 1955), en la que el protagonista de la fuga real colaboró como asesor. Reid volvería a colaborar en una futura adaptación de su obra, la serie de televisión emitida por la BBC entre 1972 y 1974, y ya en la década de 1980, asesoraría a John Huston en la popular Evasión o Vitoria (Victory, 1981). La primera versión de The Colditz Story dio como resultado una película de evasiones carcelarias que sigue la línea de films ambientados en campos de prisioneros. No es La gran ilusión (La grande Illusion, Jean Renoir, 1936) ni Traidor en el infierno (Stalag 17, Billy Wilder, 1952), tampoco la épica La gran evasión (The Great Escape, John Sturges, 1963), pero se adelanta a esta en muchos aspectos y cumple centrándose en los distintos intentos de fuga de un grupo de soldados de diversas nacionalidades (británica, francesa, holandesa y polaca), aliados sobre el papel, pero inicialmente distanciados por su origen y la desconfianza hacia quien no lo comparta. En el interior de la fortaleza, los alemanes han reunido a todos aquellos presos que han intentado evadirse de otros campos, quizá pensando en reunir a las “frutas proferidas en un mismo cesto” para así mantenerlas lejos del resto y bajo una estricta vigilancia que parece imposible de burlar. Pero una cosa es lo que piensen los carceleros y otra las bye cio es de los presos protagonistas de El castillo de Colditz, prisioneros que no traicionan al subgénero en el que se inscribe su aventura. La película ofrece túneles, camaradería, sacrificio, un delator, notas de humor, maniobras de distracción, derrumbamientos y desorganización, entre otras cuestiones a resolver si pretenden alcanzar el éxito. Inicialmente, se observan varios intentos. Parece que cada uno lo intenta por su cuenta y por su nacionalidad, pero nada logran hasta que el coronel Richmond (Eric Portman), el oficial británico de mayor graduación, interviene y habla sobre sobre la cooperación organizada, la única vía hacia el éxito. Así que una vez aceptada su propuesta, nombra jefe de fugas a Pat Reid (John Mills), que será el encargado, junto a sus homólogos francés, polaco y holandés, de que el plan salga adelante… Hubo muchos intentos más, <<aproximadamente 320>>, de los cuales fueron exitosos cinco polacos, quince holandeses, veintidós franceses y catorce británicos, lo que suma un total de cuarenta y seis fugas; <<un récord sin igual en ningún campo de prisioneros de las dos guerras>>.



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