lunes, 5 de febrero de 2024

El milagro de Anne Sullivan (1962)

La historia de Helen Keller (1880-1968) dio pie a una de las películas de superación más reconocidas de la historia del cine, El milagro de Anne Sullivan (The Miracle Worker, 1962). No era la primera vez que se llevaba la historia de Helen a la gran pantalla, pero sí la que ha permanecido en el imaginario popular. Atrás quedaba Deliverance (George Foster Platt, 1919) y la obra teatral de William Gibson, autor del guion —basado en su pieza y en el libro autobiográfico de Keller “La historia de mi vida”— que Arthur Penn, también el responsable de su escenificación en Broadway, convierte en imágenes que exponen el drama y el milagro o superación, así como la relación entre Helen, la niña sordociega de nacimiento a quien da vida Patty Duke, y su tutora (Anne Bancroft) desde 1887. La docente, enviada por la escuela Perkins, la ayudó a vencer las barreras físicas y emocionales que en un primer momento se suponían límites imposibles de superar. Helen recordaría años después que su encuentro con Anne Sullivan (1866-1936), casi ciega desde su infancia, supuso el día más importante de su vida. No en vano, fue a raíz de este encuentro cuando el milagro —el duro proceso de aprendizaje— empieza a ser realidad. Anne emplea el método Tadoma; entre otras cuestiones, le enseña a sentir las vibraciones de los sonidos y a deletrear las palabras en la palma de la mano. La niña no podía oír ni ver, pero lograría ir más allá de lo que se le suponía, llegando a graduarse en la Universidad de Radcliffe en 1904. Era la primera sordociega en obtener un título universitario. Nacida a finales del siglo XIX en una pequeña localidad estadounidense (Tuscumbia, Alabama), la niña se entregó a su aprendizaje y ni el silencio ni la oscuridad en las que había nacido le impidieron llegar a ser escritora, profesora, socialista, pacifista, ejemplo y abanderada de la inclusión de las personas sordociegas en la sociedad. No poco mérito tuvo la docente que le ayudó, a quien el título del film de Penn rinde homenaje, pues la adulta creyó en las posibilidades de Helen. No fue fácil, ¿cómo iba a serlo, si la niña partía de una situación de desventaja extrema? Y ese proceso de superación y la relación que se establece entre educadora y alumna, y entre esta con su entorno, son los temas de una película que establece (en estos aspectos) comunión con Mandy (Alexander Mackendrick, 1952), otro gran film con niña protagonista que debe superar las barreras que le impiden establecer comunicación con el mundo exterior que la rodea…



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