viernes, 2 de febrero de 2024

Alfonso XIII, de aficionado a pionero del cine porno


Aparte de rey, puesto que le llegó de familia, Alfonso XIII también fue productor de películas. Pero las suyas no iban a ser documentales ni de bandoleros que emulasen en la pantalla las aventuras del “Tempranillo” por la Serranía de Ronda, ni religiosas con Balarrasa o Sor Citroen de protagonistas. Tampoco iban a ser dramáticas, ni folclóricas ni cómicas, aunque satirizase en ellas a las figuras más cernanas a su cargo real. Rodeado de políticos y del clero, estos iban a ser algunos de los personajes que el monarca pretendía parodiar en sus películas. Las produciría por afición, sin pensar en la posibilidad de negocio, mas había un “pero”, que no eran para todos los públicos, ni siquiera para mayores de edad. Serían para consumo propio y, además, convenía mantenerlo en secreto, pues estaría mal visto por la sociedad de su reino que el cabeza visible de la corona fuese un pornógrafo.

Desde los tiempos de la Babilonia que inspiró a Griffith y supongo que antes, sexo, fantasías y poder se daban la mano en las alturas, pero el cine trajo consigo nuevas posibilidades. Prácticamente, desde sus orígenes hubo quienes vieron en las imágenes de coitos y desnudos en movimiento su oportunidad de negocio. ¿Dónde y cuándo se produjo la primera película erótica? ¿Quiénes fueron los pioneros de este tipo de cine? ¿Quienes eran los autores de las escenas que le llegaban del extranjero? Las respuestas a las tres primeras preguntas son Francia, 1896, Eugène Pirou y Albert Kirchner —respectivamente, productor y operador de El atardecer de la casada (Le couche de la Mariée, 1896)—. Por lo que es de presumir que las primeras películas de la colección del monarca fuesen importadas de Francia, más adelante, quizá, también hiciese compras en Italia; aunque fuesen de una u otra procedencia, no tardaron en resultarle cansinas. ¿No le satisfacían? ¿Ya no le excitaban aquellas imágenes traídas de forma clandestina allende los Pirineos? Se había cansado de ver una y otra vez la misma situación. Así que habló con el leal conde de Romamones y le instó a que buscase por ahí alguien que le cumpliera el capricho de rodar para él algunas de sus fantasías que no asomaban en las pelis francesas e italianas. El aristócrata, consciente de su deber para con la corona, contactó con los hermanos Baños Martínez, Ramón y Ricardo, pioneros cinematográficos y dueños de la productora Barcelona Royal Films, y les encargó la filmación de historias con sexo explícito, o de esto con un poco de aquello, para disfrute del rey y de quien el monarca, en su sabiduría regia, tuviera a bien invitar a las sesiones golfas que se proyectaban secretamente en el Palacio Real. Solo era una afición o una adicción privada, sus culpas políticas fueron otras y otras circunstancias serían las que le obligarían a salir del país y abandonar sus posesiones, entre ellas su colección de films porno. En la actualidad solo se conservan tres de aquellas películas rodadas en la década de 1920 —El confesor, El ministro y El consultor de señoras—, restauradas por la Filmoteca Valenciana. Habían ido a parar a manos de un religioso, censor durante el franquismo, quien, a edad avanzada, quiso desprenderse de ellas y se las vendió a José Luis Rado en 1987. Se calcula que pudieron ser decenas las obras pornográficas producidas por este Borbón que, visto desde una perspectiva cinematográfica, pasó a la historia del cine español como el primer productor porno. Para muchos queda como una curiosidad, para otros suena a chiste, pero en ningún caso fue lo que le obligó al exilio en 1931. Esa es otra historia, la que se abre a la efímera e inestable II República y a la posterior y devastadora guerra civil…



7 comentarios:

  1. Así que un curita censor anciano conservó 3 películas que se han salvado...

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    1. Eso parece; las tenía como parte de su colección. Las películas aparecieron en una base militar en Zaragoza y después fueron a parar a su filmoteca y allí quedaron hasta llegar a la Filmoteca Valenciana. Toda una historia

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  2. Y cómo se ve que Barcelona era la capital del cine en esa época

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  3. La reivindicación del género porno en el cine parece que sigue vigente, a pesar de ciertos sectores

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