sábado, 9 de diciembre de 2023

Sitiados (1950)

Son varias las películas que tratan la situación de Berlín y Alemania en la inmediata posguerra. De las que he podido ver, las que mejor me sitúan en el contexto son Los asesinos estás entre nosotros (Die Mörder sind unter uns, Wolfgang Staudte, 1946), Alemania, año cero (Germania, anno zero, Roberto Rossellini, 1948), Berlín Occidente (A Foreign Affair, Billy Wilder, 1948), El tercer hombre (The Third Man, Carol Reed, 1949), que se desarrolla en la Viena dividida en cuatro sectores, pero que valdría para el caso, A diez segundos del infierno (Ten Seconds to Hell, Robert Aldrich, 1959), Los ángeles perdidos (The Search, Fred Zinnemann, 1948), Berlín Express (Jacques Tourneur, 1948) o este drama escrito y dirigido por George Seaton en 1950; Vencedores o vencidos (Judgment at Nuremberg, Stanley Kramer, 1961) me sitúa en otro plano diferente. Todos ellos aportan y miran el momento, Wilder lo radiografía con ironía, Rossellini observa dolor, Staudte ve incertidumbre, Tourneur la necesidad de unidad y la sospecha de una amenaza fantasma, Reed transita un espacio oscuro, espectral, lleno de sombras e interrogantes, Zinnemann se interesa por la infancia perdida y Seaton asume en Sitiados (The Big Lift, 1950) la búsqueda de acercar posturas distantes y lo hace desde una perspectiva semidocumental que Aldrich practica por momentos en su película sobre un equipo de ex-soldados alemanes que se dedican a desactivar bombas. En todo caso, en estos films se dejan ver hambre, destrucción, personas perdidas en busca de reencontrar y reconstruir su identidad…

Sitiados inicia su recorrido por el Berlín ocupado por los aliados mediante imágenes de archivo, recurso que sirve para ubicar su “pequeña” historia dentro de la Historia, en un momento concreto del siglo XX, cuando las relaciones entre los aliados vencedores de la guerra empiezan a tensarse y a romperse. Seaton sitúa la acción en 1948, en una ciudad dividida en cuatro sectores, cual pizza de la que comen los aliados más poderosos que combatieron a la Alemania nazi. Una de las divisiones se encuentra bajo control soviético, el nuevo (y viejo) enemigo de las potencias occidentales, cuyo gobierno cierra sus “puertas” provocando el bloqueo que obliga a los estadounidenses a enviar soldados de las fuerzas aéreas para establecer el puente aéreo que lleve de Frankfurt a Berlín (este) la ayuda humanitaria necesaria para la población retenida —el film calcula 300.000 personas—.

El periodo en el que Seaton ubica la acción coincide con el final de la ocupación amistosa aliada, al menos, apunta el inicio visible de las hostilidades entre el lado soviético y occidental (estadounidense, británico y francés), al bloquear los primeros su sector. En ese ambiente de guerra fría, de ocupación, de reconstrucción de un país (que pronto se dividiría en dos: la República Democrática Alemana y la Republica Federal Alemana) y hambre, llegan pilotos y técnicos entre los que se encuentran Danny McCullough y Hank Kowalski, los dos soldados estadounidenses interpretados por Montgomery Clift y Paul Douglas, cuyo personaje, Hank, y su relación con Gerda (Bruni Löbel) son de lo mejor del film, sobre todo esta chica alemana, cuya necesidad de aprender y pensar, el hacerse una idea de las ideologías enfrentadas y de qué es la democracia, para poder reconstruir su país expresa más de lo que a simple vista pueda parecer. Aunque se trate de una ficción, Sitiados no abandona su tono semidocumental y realista, como ya apunta su inicio, cuando indica que ha sido rodada en los espacios reales y con miembros del ejército. Así, partiendo de influencias neorrealistas, Seaton explora el momento; lo hace desde la perspectiva estadounidense, algo por otra parte normal, pues se trata de una producción de Hollywood que contó con la colaboración del ejército estadounidense. Pero habría que valorar que Seaton intente ser o parecer imparcial y equilibrado en su discurso cuya conclusión la pone en boca de Kowalski: <<la respuesta está en algo intermedio>>, ni la ingenuidad de Danny ni los recelos ni el revanchismo de Hank, quien, durante la guerra, había sido prisionero de los alemanes…



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