Berlin Express (1948)
Concluida la Segunda Guerra Mundial, Alemania se divide en cuatro sectores controlados por los aliados de diferentes nacionalidades. La unificación es un tema que preocupa a todos (aunque por diferentes motivos). El mundo se mantiene expectante ante los sucesos que se van a desarrollar en una reunión de vital importancia que se celebrará en Berlín. El principal ponente se traslada, de incógnito, en el expreso de Berlín. En su mismo vagón, pero en otros compartimentos, viajan varios hombres de distinto origen: un americano, un teniente soviético, un ex-militar británico y un antiguo miembro de la resistencia francesa, nacionalidades que representan a los países que ocupan en suelo germano. Entre ellos existen diferencias e, incluso, rechazo. Pero aunque no lo sepan llegará un momento en que tendrán que superar sus prejuicios y limar asperezas si pretenden avanzar (un claro mensaje a los líderes de las respectivas naciones). Durante el trayecto, una explosión acaba con la vida del supuesto profesor, atentado que obliga a los supervivientes a presentarse ante las autoridades militares americanas, acuarteladas en la ciudad de Frankfurt. En el cuartel general estadounidense son sometidos a una serie de preguntas, tras las cuales son puestos en libertad, pero su viaje no ha hecho más que empezar. Los cuatro individuos se ven en la vicisitud de socorrer a la ayudante del profesor, cuando ésta les ruega que localicen a quien creían muerto. Tras confesar la verdad de los hechos, la operación rescate se pone en marcha a pesar de la carencia de pistas, lo único que saben es que el defensor de la unidad alemana ha sido secuestrado por el grupo que pretende boicotear la reunión. Claramente, Berlín Express (Jacques Tourneur, 1948) advierte de una presencia fantasma que recordaba que aún quedaban vestigios y simpatizantes de una ideología que se posicionaría a favor de la no unidad, porque el distanciamiento entre las personas facilitaría la desunión, el temor y la inseguridad, que permitirían implantar un nuevo régimen, similar al anterior. Es a partir de este momento, cuando Tourneur aprovecha para acentuar las diferencias entre sus personajes y para mostrar un país destruido por la guerra, y todo cuanto se desarrolla en él. La cámara deambula por la vida nocturna de una gran ciudad como Frankfurt y adentra a los protagonistas por las calles destruidas y por los garitos clandestinos, donde las tropas pasan sus noches, a pesar de las órdenes. La acción funciona, también la intriga, lo que hace de Berlín Express una interesante suspense con toques de cine negro. La película tiende hacia un realismo subjetivo y aprovecha su trama para evidenciar los estragos que la contienda ha hecho en el pueblo alemán, una trama que llevaría implícito un mensaje que advertía a los implicados que si lo deseaban se podría alcanzar el entendimiento.
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