jueves, 21 de diciembre de 2023

Los que saben morir (1970)


La intriga y el intento de fuga de Los que saben morir (The McKenzie Break, Lamont Johnson, 1970) acaban por reducirse al duelo entre el capitán alemán interpretado por Helmut Griem, un oficial de veintisiete años y de ideología nazi, y el capitán británico al que da vida Brian Keith, de cuarenta y seis años, que tiende a rebelarse contra la autoridad. El carácter de este último queda establecido en la vista militar que Johnson emplea para presentar al personaje, que será enviado por el servicio de inteligencia británico al campo de prisioneros de Escocía donde se desarrolla la mayor parte de la película. Su misión consiste en poner orden en el desorden creado por los presos y desbaratar un posible intento de fuga. Allí, Connor también debe enfrentarse al rechazo del oficial al mando, el mayor Perry (Ian Hendry) quien se ha visto desbordado por los presiónenos de guerra liderados por un oficial alemán que no duda en asesinar a sus propios hombres, si con sus muertes está más cerca de lograr su objetivo. <<El deber de todo prisionero es fugarse>>, dice el capitán Schluetter, que repite una frase que se deja escuchar a lo largo del cine bélico de evasiones. Los que saben morir no iba a ser menos, pero lo fue. Su trama —el guion  de William W. Norton adapta la novela de Sidney Shelley— se inspira libremente en un intento de fuga real, desbaratado por el ejército canadiense, pero no ofrece nada nuevo y lo que da ni por asomo está a la altura de los títulos más destacados del subgénero. En realidad, es mediocre y si bien en algún momento puede entretener no consigue pasar de ahí, pues carece de la épica de La gran evasión (The Great Escape, John Sturges, 1962), de la emoción de La gran ilusión (La grande Illusion, Jean Renoir, 1936) o de la ironía de Traidor en el infierno (Stalag 17, Billy Wilder, 1952).




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