martes, 19 de diciembre de 2023

Posibilidad de escape (1991)

Sea un taxista, un reverendo, un hombre de negocios, un jugador o un gigoló, los personajes de Paul Schrader viven condenados y obligados a descender a los infiernos, o a llevar el propio consigo, antes de alcanzar la purificación que les libere de sus fantasmas y les reconcilie. El protagonista de Posibilidad de escape (Light Sleeper, 1991) no iba a ser diferente al resto. Está condenado a transitar la oscuridad antes de alcanzar cualquier posibilidad de luz. Inicialmente, camina por el suelo nocturno y sucio de la ciudad —suciedad que, a lo largo del film, reaparece en mayor cantidad, en la basura callejera que me trae a la mente En nombre del pueblo italiano (Dino Risi, 1971)—. Parece que John LeTour (Willem Dafoe) sabe a dónde ir en un espacio que semeja conocer y dominar. Se gana la vida pasando droga en la parte alta de la ciudad. Es un tipo solitario; más aún, se trata de alguien que vive en el aislamiento, salvo en su relación con Ann (Susan Sarandon), su jefa y amiga. Habla de su oficio y de sus clientes, igual que habla de sí mismo en primera persona a través de su voz interior o desvela su carácter supersticioso al visitar a una parapsicóloga (Mary Beth Hurt) que le habla de su futuro cercano. John escribe un diario; y dice que cada vez que acaba un cuaderno, lo tira y empieza uno nuevo. Es su terapia y la forma física de su pensamiento, el cual, al exteriorizarse, posibilita el acceso a sus reflexiones y emociones, aunque estas se definen en sus encuentros con los distintos personajes con los que se relaciona. Para Ann es su amigo y también su empleado, lo que depara una relación de amor y respeto en la que los sentimientos y los intereses pueden chocar pero no romper el nexo emocional que les une. Para sus compradores es una especie de confesor, le cuentan cuanto les llega a la cabeza, mientras que Johnny reduce su filosofía vital a <<si no tienes nada que decir, no digas>>. En realidad, se busca a sí mismo, busca quien podría ser, el yo que se perdió en algún punto del camino, un camino del que se desvió para caer en ambiente de las drogas que pretende dejar atrás tras su encuentro con Marianne (Dana Delany). La posibilidad de redención y reconciliación, de escape del inframundo donde ha estado atrapado, asoman por la vía del amor en sus diversas formas —pareja, paterno-filial, amistad, fraternal…—, en el cine del director de Hardcore, un mundo oculto (Hardcore, 1978), en el que perdonarse implica el descenso al infierno de los personajes. El resultado de Posibilidad de escape es una de las mejores películas estadounidenses estrenadas en la década de 1990. En ella, una ve más, se confirma la sobrada capacidad de Schrader para crear ambientes enrarecidos, malsanos, y generar sensaciones a través de las interioridades heridas y desorientadas que los recorren; pero, debido a ser quien es, uno de los creadores más personales del cine estadounidense de las últimas décadas, su propuesta pasó desapercibida entre estrenos más comerciales y menos independientes que este reflexivo drama que nace y se hace en este director y guionista natural de Michigan…



No hay comentarios:

Publicar un comentario