martes, 19 de diciembre de 2023

Andrzej Munk, bosquejo de un gran cineasta

Pienso en Andrzej Munk (1921-1961) y se dibuja mentalmente una silueta indefinida en un escenario de destrucción, ocupación, sumisión, lucha y clandestinidad. La veo en movimiento, pues no permanece pasiva ante la invasión y la posterior ocupación alemana. Esa imagen, que mi mente todavía no logra definir porque carece de referencias que le permitirían mayor complejidad al dibujo que esboza, se une a la resistencia, actúa en la sombra y, andado el tiempo, participa en el levantamiento de Varsovia que su tocayo Andrzej Wajda expone en la claustrofóbica y espléndida Kanal (1957). La guerra concluye y Polonia se libera y vive la inestabilidad de verse dividida en dos ideologías en apariencia antagónicas: la católica y la comunista. Existe una tercera vía, la que se distancia de ambas, pero silenciada por el clamor y fervor de aquellas. Finalmente, se impone el comunismo y el país se acerca al estalinismo. Nace la República Popular de Polonia (1947-1989) mientras que Munk inicia sus estudios de Arquitectura y Derecho, que no concluye. Quizá porque su interés no era construir moles de hormigón como el “Kiev” que descubrí en Bratislava (Eslovaquia) ni ceñirse a las leyes del Partido del que, durante un tiempo, formó parte. Su siguiente paso es matricularse en la recién creada Escuela de Cine de Lodz —fundada en 1948— donde otros futuros grandes del cine polaco realizan su aprendizaje bajo la tutela de profesores tales Jerzy Toeplitz y Aleksander Ford, cineasta que había pasado la guerra en la Unión Soviética y que, a su regreso, se hace cargo de la producción de cine polaco de posguerra, al asumir el control de Film Polski (1945-1952), pero en 1947 abandona el puesto. Por entonces, Ford, que había sido estalinista ortodoxo —algo que tampoco era nada extraño, si se cuenta que la imagen de Stalin salió reforzada del conflicto bélico mundial—, entra en la Escuela donde ejercerá la docencia, que compagina con la dirección de películas. Años después, ya en la década de los sesenta, sería expulsado del partido, acusado de actividades antisocialistas. Pero este asunto nos aparta de Munk, quien, formando parte de la segunda promoción, se gradúa en 1951, en Fotografía y Dirección.

Las formas de la figura evocada maduran. De aquella juvenil silueta en guerra al adulto “treintañero” que expulsan del partido socialista polaco porque no se muestra dispuesto a perder su individualidad acatando las directrices sin reflexionar ni disentir, si sus conclusiones así se lo indican. Como los jóvenes y no tan jóvenes polacos de entonces, la experiencia bélica marca su vida; se hace evidente en su cine, en películas como Heroica (Eroica, 1957) o La pasajera (Pasazerka, 1961), que no llega a concluir, pues un accidente automovilístico acaba con su vida. Era el 20 de septiembre de 1961 y regresaba a su casa. Tenía cuarenta años y, en su haber cinematográfico, una de las filmografías más importantes de la segunda generación de cineastas polacos, la compuesta por Andrzej Wajda, Jerzy Kawalerowicz, Wojciech J. Has, entre otros. Junto a estos, Munk sentó las bases de la llamada Escuela Polaca y modernizó el cine de su país al distanciarse del realismo socialista, que se había convertido en el arte oficial de Polonia —de la Unión Soviética y del resto de miembros del CAME—, e individualizar su cine en busca de su propia voz. Munk realiza su primer largometraje en 1955, Los hombres de la cruz azul (Blekitny krzyz), el mismo año que Wajda estrena Generación (Polokenie, 1955) y Kawalerowicz funda la productora Kadr. En ese instante, Munk todavía no se manifiesta en plenitud, será a partir de Un hombre en la vía (Czlowiek na torze, 1956) cuando se distancie y se muestre inconformista. Su cine se revela contra las directrices y recela de los héroes; sus personajes son antihéroes y sus películas son reflejos de su actitud rebelde, de su creatividad, de sus preocupaciones contemporáneas, de su vena satírica, del absurdo, el cual depara la primera parte de Heroica o la historia de Mala suerte (Zezowate szczescie, 1960), dos grandes momentos de su obra cinematográfica…



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