Cineasta clave de la cinematografía polaca, Andrzej Wajda inició su trayectoria profesional en 1950 con el cortometraje Zly chlopiec, para cuatro años después debutar en la realización de largometrajes con Generación (Poklenie, 1954). A este primer film le siguieron otras dos producciones también ambientadas en la Polonia de la Segunda Guerra Mundial: Kanal (1957) y Cenizas y diamantes (Popil i diament, 1958), por lo que las tres películas forman una especie de trilogía de la ocupación, pero, además, en estos dos últimos títulos ya se aprecia la modernidad cinematográfica que poco después se extendería por otros países del este europeo. En ellas expuso parte de la situación vivida por la resistencia polaca, de la que él mismo formó parte, pero, a diferencia de sus compañeras y salvo sus primeros minutos, que se desarrollan en la superficie para presentar la situación y a los personajes, Kanal transcurre por el alcantarillado de Varsovia donde hombres, mujeres y niños, todos ellos miembros de la resistencia, intentan trasladarse al centro urbano, evitando de ese modo a los soldados alemanes que aguardan en el exterior, mejor armados y preparados para el combate. La situación por la que atraviesa el grupo convierte a cada uno de sus miembros en víctimas del claustrofóbico, maloliente y venenoso entorno subterráneo por el que deambulan con la intención de reagruparse para un nuevo ataque. Sin embargo, en la oscura profundidad del laberinto de canales, encuentran un enemigo tan letal como el que amenaza en la superficie, aunque sus armas no son de fuego, son la desorientación, la imposibilidad, el miedo, los gases tóxicos, que manan de sus aguas fecales, y la locura que se adhiere a quienes osan adentrarse en sus dominios.
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