jueves, 16 de marzo de 2023

Hardcore (1978)


Mucho antes de que en Boogie Nights (1997) Paul Thomas Anderson se adentrase en la industria del cine porno de los años 70, Paul Schrader se sumergía cinematográficamente en el mundo de la pornografía en Hardcore (1978). Pero no lo hizo concediendo el protagonismo a los actores y actrices porno. El director de Michigan puso en el centro del meollo a Jake VanDorm (George C. Scott), alguien ajeno al sexo, salvo al aceptado por vía marital, padre de rigurosa educación religiosa, calvinista, abandonado por su mujer y dueño de una pequeña y lucrativa empresa. Su medio natural, la comunidad calvinista de Grand Rapids, Michigan, es su mundo, pero este tambalea su quietud tras la desaparición de su hija Kristen. Para comprender a Schrader, cuya educación calvinista marcó su infancia y su rebeldía juvenil, y a su protagonista quizá sea conveniente saber que en Calvino, <<la salvación o la condenación no constituyen el resultado del bien o del mal obrar del hombre durante su vida, sino que son predestinados por Dios antes que él llegue a nacer. El porqué Dios elige a este y condena a aquel es un secreto que el hombre no debe inquirir. Lo hizo porque le agradó mostrar de esa manera su poder ilimitado. El Dios de Calvino, a despecho de todos los intentos para preservar la idea de justicia y amor divinos, posee todas las características de un tirano desprovisto de amor y aún de justicia.>> (1)



Esta divinidad, expresada por Calvino en su reforma religiosa, es la misma que rige la fe de la comunidad a la que pertenece Jake VanDorm, hombre de clase media, religioso, del medio oeste, de moral autoritaria a quien observamos el día de Año Nuevo, en la nevada y aparentemente idílica Grand Rapids, reunido con su familia, días antes de que su hija Kristen parta hacia una convención de jóvenes calvinistas que se celebra en California. Allí, en Los Ángeles, Jake, descenderá a su infierno, un lugar donde descubre que las únicas divinidades son el sexo y el dinero, pero ese mismo descenso también le permitirá enfrentarse a sí mismo, a su rigidez moral y a la búsqueda ya no solo de esa hija que desaparece y a quien sigue la pista gracias a la contratación del detective (Peter Boyle) que le muestra la película hardcore que Kristen protagoniza junto dos jóvenes. Esas imágenes son la primera colisión entre dos mundos: el calvinista al que VanDorn pertenece y el de la pornografía al que accede cuál Orfeo desciende al hades para recuperar a su ser querido; en el caso del personaje de George C. Scott, su hija, a quien cree secuestrada y obligada a aparecer en películas pornográficas, que si bien son legales, nadie consume, ni nadie hace. Ese silencio sobre el material que llena las tiendas de sexo o las salas X marca los primeros pasos de Jake en el submundo al que accede trajeado y formal y en el que se va transformando para superar obstáculos. Pero como desorientado por el medio que desconoce, necesita alguien que le guíe. Y esa guía será Niki (Season Hubley), la joven actriz porno que ve en él la vía de escape de un entorno del que quiere huir, pues, al igual que Jake, ella también está atrapada: el uno en su rigidez religiosa y la otra en su jaula sexual.



(1) Erich Fromm: El miedo a la libertad (traducción Gino Germani). Paidós, Barcelona, 2011. 

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