miércoles, 29 de marzo de 2023

El Coyote (1954)

Años antes de que Sergio Leone descubriese en Almería su oeste y diese fama mundial al western europeo, Joaquín Luis Romero Marchent, acompañado por Jesús Franco en labores de ayudante de dirección y guionista, rodaba por un oeste americano ubicado en la comunidad de Madrid. En ese instante, el director y su fiel escudero, así como el resto del equipo, daban paso al que podría considerase el primer western español, en coproducción mexicana. Romero Marchent (y Jesús Franco) llegó al proyecto después de que el mexicano Fernando Soler abandonase el rodaje de esta coproducción que, en realidad, fueron dos films: El Coyote (1954) y La justicia del Coyote (1954). Ambas se rodaron simultáneamente en otoño de 1954. La primera se estrenó al año siguiente y la segunda en 1956; y como indica el título encontraban a su personaje principal en la saga del enmascarado protagonista de las novelas de José Mallorquí. Es difícil no ver en las aventuras del héroe, César de Echagüe, hijo, la inspiración del Zorro. Al igual que el personaje escrito por Johnston McCulley, el Coyote lleva antifaz, viste de negro y lucha en tierras californianas contra las injusticias y atropellos cometidos por los poderosos. El Zorro lo hace durante el dominio de la corona española y el Coyote comienza su aventura en 1848, poco después de que Estados Unidos anexione California e imponga sus leyes, pero el militar que ha de velar por su cumplimiento aprovecha su posición para cometer todo tipo de villanías con el pueblo recién anexionado. Esta es una de las grandes diferencias respecto a las aventuras del Zorro. En las andanzas del Coyote interpretado por el mexicano Abel Salazar el opresor no es español, sino estadounidense: ese capitán Potts (Santiago Rivero) que asume su posición de poder para sembrar el terror y recoger beneficios. En un primer momento, los californianos se rebelan, pero el ejército los derrota. Así que todo parece perdido, hasta que don César de Echagüe (Rafael Bardem) tiene la idea de hacer regresar a su hijo de Europa. Esto se antoja ya visto, como el resto del film en el que un solo hombre, el enmascarado César de Echagüe (hijo), retoma la lucha allí donde el pueblo californiano no pudo vencer. Sin embargo, su padre ignora la capacidad heroica de su vástago. Su primera expresión facial, cuando ve a su hijo, es de decepción, ya que la apariencia y los modos de aquel son, definidos por Artigas (Carlos Otero), los de <<un petimetre pedante y burgués>>. Esa es la imagen escogida por el héroe para llevar a cabo sus intenciones. Prefiere la astucia a la fuerza, dice, pero esa misma elección provoca que todos, incluida Leonor de Acevedo (Gloria Martín), la mujer que ama, le tomen por un cobarde. El paso al frente de César, que en varios momentos ya había apuntado su destreza con las armas, se produce a raíz del ahorcamiento de uno de sus dos grandes amigos de la infancia. En ese instante, cuando descuelga el cadáver del árbol, decide combatir al malvado capitán con la fuerza y, para ello, crea al enmascarado y ya se sabe lo que vendrá después (igual que se sabía lo de antes).



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