miércoles, 22 de marzo de 2023

Zazá (1923)

Billy Wilder fue quien inmortalizó a Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), su Norma Desmond permanece en el imaginario popular, Cecil B. DeMille quien la convirtió en estrella del celuloide en comedias como Macho y hembra (Male and Female, 1919), y Allan Dwan quien mejor se entendió con la actriz, a la que dirigió en ocho ocasiones. Su encuentro con Gloria Swanson se produjo cuando iba a realizar Zazá (Zaza, 1923) para Paramount y ella quiso interpretar a la protagonista. Era la tercera versión cinematográfica de la obra teatral de Pierre Berton y Charles Simon; posteriormente habría otras, entre las que se cuentan la realizada por George Cukor en 1938 y la que Renato Castellani filmó en 1944. Su asociación en Zazá resultó una grata experiencia para ambos y un éxito colosal que les posibilitó volver a colaborar en sucesivas producciones. <<Gloria supo casi de inmediato que había dado un paso en la buena dirección. Trabajar con Dwan era una maravilla. Dwan consideraba que hacer cine “es el puñetero juego más fascinante que existe” y en sus producciones se combinaba la eficiencia con el trabajo esforzado y la diversión. […] Dwan valoraba la colaboración y la espontaneidad y encontró en Gloria una contribución entusiasta.>> (1)

Zazá es un melodrama típico, sin sorpresas, en el que estrella de variedades conoce a diplomático casado y con hija, aunque la vedette lo ignora. Se enamoran, pero el idilio concluye cuando aparece madame Dufresne (Florence Fair) y le recuerda a su marido sus responsabilidades. Este se ve obligado a abandonar a la cantante, porque, en ese instante de confusión, antepone su familia al amor; pero, días después, regresa a Zazá. Le dice que la ama, que no puede estar lejos de ella, aunque Z, ya al tanto de que él tiene mujer e hija, miente y se sacrifica para que el hombre que ama vuelva con su familia. De ese modo se convierte en heroína melodramática y, tras siete años de separación, todo puede suceder, incluso un encuentro inesperado entre Z y Dufresne, que precede a un final de los llamados felices que tanto gusta al público, ¿y por qué no habría de gustar, si el cine escapa a la realidad, ofrece su reflejo, su deseo o su fantasía? Pero no por describirlo así, el film carece de interés. Zazá es un alarde de sencillez y soltura narrativa, uno más entre tantos trabajos cinematográficos de Dwan, algunos ya perdidos, otros olvidados, de lo fácil que lo hace, de su saber hacer y qué se trae entre manos —su narración es una nueva lección de ritmo— y hacia dónde dirige a su equipo; y de Swanson, que se come la pantalla. Su presencia física, su mirada, su expresión corporal y facial hablan de la fortaleza de su personaje fortaleza, pero también hace creíble su vulnerabilidad, incluso la ternura, cuando conoce a Lucille Dufresne y acaricia su cabeza después de que la niña, que todavía vive en el mundo infantil, exprese si amor hacia sus progenitores. La actriz transmite a su heroína fuerza cuando la precisa, incluso un lado salvaje, memorable es la escena en la que Florianne (Mary Thurman) y ella se entregan a una pelea en la que deseaba despedazarse, y emotividad, cuando llora de rabia, de impotencia, por la partida del hombre que ama.

(1) Tricia Welsch: Gloria Swanson (traducción Roser Berdagué). Circe Ediciones, Barcelona, 2014.


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