lunes, 17 de marzo de 2025

Una burla sin desarrollar

El pensamiento actual, al ser todo en apariencia permisivo y positivo, y ya laico en sus creencias, conformista en esencia e ilógico en el querer imponerse sin dudarse ni explicarse —en “se” (auto)reflexivo—, carece de esa necesidad de liberarse y de mostrarse rebelde como la que sí existía en la época de Luis Buñuel, Luis Garcia Berlanga, Mario Monicelli, Vittorio De Sica, Marco Ferreri… Es una tónica general en países católicos y mediterráneos que, en cierto modo, han dejado de ser sociedades de carácter religioso. La influencia de la moral católica, todavía cotidiana en España, Portugal o Italia durante buena parte del siglo XX, ya no resulta decisiva, ni impositiva ni represiva en el día a día actual. Antes, cabía la posibilidad de criticarla y burlarla, más bien eran exigencias para las mentes críticas, ácidas y despiertas. Ahora, manda la red, las instantáneas, los posados, el consumo de cualquier sustancia, producto o idea que potencie el escapismo y el autoengaño del “soy importante”, el ruido y el humo. Son los cimientos de una base efímera y fugaz contra los que apenas se puede enfrentar ni donde construir un pensamiento complejo, autocrítico, solidario, irónico... Dudo que ni los Monicelli, Berlanga, Tati o Dino Risi, ni en un entorno protestante y anglosajón los Billy Wilder y Preston Sturges, e incluso Charles Chaplin, por nombrar algunos de los grandes irónicos y satíricos, pudiesen. No tendrían qué satirizar, pues todo es caricatura o se satirizaría ya desde su origen; incluso las personas corremos el riesgo de serlo, imitando a quienes asoman en la televisión o en internet sin plantearse un para qué emular, seguir e idolatrar.

Las deidades antiguas parecían anclarse en el tiempo; se decía que eran inmortales y se les temía; entonces, lógico que, para quien despertaba, la principal intención fuese liberarse de la imposición divina, la cual, en realidad, no dejaba de ser la manejada por una élite humana. Por contra, la “moral”, los “valores” y los “divinos” de los tiempos que corren en la actualidad desaparecen al momento de buscarlos y reflexionarlos, sustituidos por otros en una sucesión imparable e irracional en su racionalidad estudiada. En todo caso, ahora la burla ha dejado de ser un bisturí con el que los cineastas y los escritores diseccionaban la sociedad, sus usos y abusos, su moralidad y su hipocresía, para caer en el buenrrollismo, en el chiste fácil, en el meme  y el reel, acaso ¿hay algo más ridículo que una imagen que entra en bucle y se repite y repite con la única finalidad de repetirse, en la creencia de que “mola” y que así acerca y promociona a quien la crea? Corren malos tiempos para la comedia, para la sátira y para el humorismo, tal vez tenga que ver en todo ello que las ideas satíricas, que las burlas queden sin desarrollar, solo se realicen en lo aparente. Por otra parte, las reflexiones que exigen más de un minuto de atención o las que superan las diez líneas pasan desapercibidas o inmediatamente son sustituidas por las imágenes y el centenar de caracteres y la masificación. Quizá me equivoque, pero una de las mejores herramientas de control de las redes sociales (y el modelo y sistema que imponen) es la de dar voz a todos, para que así nadie la tenga…



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