sábado, 1 de marzo de 2025

Rincones sin esquinas (“el Casto”)


La historia, en la que hay quien cree encontrar respuestas y quien descubre preguntas, que incluyen el para qué, el quién, el porqué, y que puede ser un tanto caprichosa, cuentista, partidista, olvidadiza respecto al pasado que estudia y explica, pues resulta de la invención humana y humana es su interpretación y su escritura, no pocas veces interesada, ha querido que uno de los responsables populares de los orígenes de Santiago de Compostela y, como consecuencia, del libro “Rincones sin esquinas” (y tantos escritos sobre la ciudad y por otros vecinos de la localidad), haya pasado con el sobrenombre “el Casto”. Se dice que porque los chismosos de la época y de posteriores desconocen que mantuviese relaciones sexuales, aunque bien pudo haber sido otro su apodo, tal como “el primer rey peregrino” que luce en la placa de su estatua en la rúa compostelana Entrepraciñas. Se trata de Alfonso II, el rey astur que ciñe la corona asturiana sobre su regia testa en la parte final del siglo VIII y las primeras décadas del IX. Cierto que su cabeza no era de forma muy distinta a la de cualquiera, pero ser monarca concedía privilegios, aunque diferentes a los actuales. Eran los tiempos en los que el obispo iriense Teodomiro se traslada a la necrópolis donde se descubre un sepulcro que ambos quieren apostólico. Estos personajes asoman por las páginas del libro, pues no podía ser de otro modo, al tratarse de una memoria de la ciudad, aunque sea una personal o precisamente por serlo. Mas, en realidad, sea urbana o rural, histórica o legendaria, literaria o cinematográfica, ¿qué memoria no lo es? Uno de los encuentros que se producen en el libro es tan breve como los demás, pues el tiempo se fuga al instante, sin apenas dejar que presente y pasado se encuentren en evocaciones que no dejan de ser la fantasía de lo que pudo ser o el deseo de que fuese…

<<Apuro y serpenteo el paso, pero alguien me detiene y me dice que gallegos y asturianos somos primos hermanos. Quien pronuncia el parentesco no me explica si es lo mismo ser vecino o pariente carnal. No le hace falta. Le basta un gesto que señala la estatua situada en la calle paralela, en la intersección que separa el mercado nuevo del mercado viejo. La curiosidad me empuja hasta Entrepraciñas, apenas me faltan diez metros para llegar junto Alfonso Il el Casto, la escultura que la ciudad de Oviedo regala a la de Santiago con motivo de la celebración del Año Santo de 1965. El <<Primer Rey Peregrino»> me tienta a regresar al siglo IX, pero decido retroceder a otro tiempo y trasladarme al lugar donde, en la distancia, descubro una muralla romana y al yerno de don Pelayo.

Alfonso I pasea al frente y a la retaguardia de sus huestes, que rodean las defensas lucenses para poner fin a la ocupación musulmana de la ciudad. Corre el 741 y, mes a mes, año a año, Lugo se repuebla y recupera su tradición romana-visigoda; aunque en tierras gallegas lo visigodo no es tradicional. Por estos lares, la herencia germánica tiende a sueva. Tampoco se puede hablar de herencia mozárabe, ya que Galicia queda lejos del Califato y de su área de influencia. Salvo incursiones esporádicas por mar y la terrestre nombrada en paseos previos, el clima y la geografía gallega no atraen a los Omeya…>>


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En el siguiente enlace pueden leerse o descargarse las primeras páginas de Rincones sin esquinas:

https://vadevagos.blogspot.com/2025/02/rincones-sin-esquinas-paginas.html?m=1




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