<<Siempre había querido hacer una gran película, un espectáculo. Pensé que la historia del mundo sería el vehículo perfecto y el telón de fondo más colorido para esta empresa en particular. D. W. Griffith y Cecil B. DeMille siempre han sido gigantes del cine para mí. Los logros de Griffith se remontan a 1908. Fue un pionero del cine que hizo grandes películas como Las dos huerfanas (1921), Las dos tormentas (1920) y, por supuesto, el clásico El nacimiento de una nación (1915). DeMille hizo grandes epopeyas históricas como Cleopatra (1934), Las cruzadas (1935, Buffalo Bill (1936), Unión Pacifico (1939) y Los diez mandamientos (1956). Creo que aprendí más sobre los acontecimientos que dieron forma al mundo viendo esas películas que en las clases de historia del colegio. En algún lugar de mi mente iba fermentando la idea de trabajar en un proyecto como La loca historia del mundo, Parte I, a modo de homenaje a aquellos grandes maestros del séptimo arte.>>
Mel Brooks (1)
Tal como apunta en sus memorias, y en las imágenes de la película, en su parodia histórica, Mel Brooks rinde homenaje al Griffith de Intolerancia (Intolerance, 1916), que ya había sido parodiado por Buster Keaton en Las tres edades (Three Ages, 1923), al cine épico-religioso de Cecil B. DeMille y al musical de Broadway. Brooks inicia su transitar por el tiempo tomando de referencia a Stanley Kubrick y su 2001, una odisea del espacio (2001, A Space Odyssey, 1968). Así se sitúa en el albor de la humanidad y de ahí pasa a la Edad de Piedra, donde se detiene en la importancia de los descubrimientos de los matrimonios mixtos y homosexuales, de la música, de las armas, de los primeros artistas y los temidos y pedantes críticos de arte. La muerte todavía es inexplicable para aquellos humanos, pero, siglos después, Moisés, que inicialmente recibe tres tablas con un total de quince mandamientos, entrega, tras un accidental desliz, diez al pueblo elegido. Y así, tras detenerse en el protagonista de DeMille y Los Diez Mandamientos (The Ten Commandments, 1956), Brooks llega a la Roma imperial, cuna de tantas cosas ya apuntadas por Monty Python en la Judea de La vida de Brian (Life of Brian, 1979) y hogar de los Césares, para acabar el recorrido por la Antigüedad en la Última Cena inmortalizada por un Leonardo que pasaba por allí, pues el cine es cine y la realidad se le escapa para crear otra. Por la pantalla pasa quien guste a sus responsables, aunque sean, más que personajes, estereotipos o caricaturas, más si cabe tratándose de alguien como Brooks, cuyas ganas de hacer reír asoman y se esfuerzan en su vida a temprana edad, durante su infancia neoyorquina. La loca historia del mundo. Parte I (History of the World, Part I, 1981) hace un breve alto musical en la Inquisición Española que Brooks aprovecha para introducir el número con el que homenajea a los musicales de Broadway que tanto le habían gustado de niño. Concluido el espectáculo del Torquemada interpretado por el propio Brooks, la historia continua y avanza hasta la Revolución Francesa, detallada desde las dos perspectivas enfrentadas, la monárquica y la revolucionaria, y la del “garçon del pis”...
(1) Mel Brooks: ¡Todo sobre mí! Mis memorables gestas en el universo mundo del espectáculo (tradición de Ana Julia Sarmiento). Libros del Kultrum, Barcelona, 2023.
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