martes, 10 de octubre de 2023

Día de lluvia en Nueva York (2019)

Groucho, Harpo, Shane, Gatsby son algunos de los nombres que el personaje de Woody Allen (Lenny) propone al de Helena Boham-Carter (Amanda) para el bebé que adoptan en Poderosa Afrodita (Mighty Aphrodite, 1995). Ninguno de los propuestos convencen a Amanda, quiza porque todos ellos son referentes de Lenny. Veinticuatro años más tarde, uno de esos nombres, Gatsby, lo hereda el protagonista de otra película de Allen; incluso podría ser la versión juvenil de aquel niño y la de aquel padre de Poderosa Afrodita, puesto que todos personajes de Allen guardan relación en gustos, dudas y altibajos sentimentales. En cualquier caso, Gatsby, nombre del protagonista del libro más popular de Francis Scott Fitzgerald, es un personaje que se adapta a la perfección al imaginario del director neoyorquino, que realiza una película que no desmerece, aunque no sea su film más inspirado. No todos los días son de inspiración, ni de lluvia ni de sol, pero es innegable que Allen nunca se traiciona, pues pocos cineastas han sido siempre ellos quienes hablan en sus películas. Desde Annie Hall (1977), incluso antes, Allen ha hablado de sus cosas en sus películas, que se reconocen al instante, estén o no interpretadas por él. El protagonista de Día de lluvia en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019) es un universitario, un niño bien que no pretende serlo y un jugador de póker con una amplia cultura y formación literaria y musical. Gatsby también es un joven romántico que acompaña a Ashleigh (Elle Fanning) a Manhattan, para que ella entreviste, para la revista universitaria, a Roland Pollard (Liev Schreiber), un prestigioso cineasta que pasa por su enésima crisis ante el estreno de su película, de la cual reniega porque la considera una “mierda pinchada en un palo”. La separación de la pareja, Gatsby deambula por su Nueva York natal y Ashleigh se adentra en el mundo del cine, es la excusa que permite a Allen dividir la historia en dos: Gatsby y Ashleigh, pero en ambos casos se interesa por introducir sus temas: relaciones, creatividad, sexo, infidelidad, amor, desamor, arte, artista, cuya imagen no siempre (o casi nunca) corresponde con la idealizada por el público. La distancia entre arte y artista es algo que se va descubriendo en las situaciones que vive Ashleigh, cuyos encuentros le deparan acercarse a ídolos que no dejan de ser personas repletas de inseguridades y de relaciones imperfectas. No existe perfección en el artista, tampoco en la familia ni en uno mismo, en cualquiera de los casos hay una imagen aparente y la realidad que se esconde tras ella…

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