El cine siempre necesitaba espectáculo, más si cabe cuando entra en crisis. Entonces necesita atraer al público para sobrevivir y continuar su desarrollo. ¿Cómo? Como habían hecho Guy y Méliès al principio del invento. Se intenta crear fantasía y diversión. En la década de 1950, Hollywood sufrió una de sus crisis más pronunciadas, al tener que competir con la televisión y situarse en un nuevo contexto que le exigía adaptarse al nuevo modo de distribución cinematográfica. Pero lo primordial seguía siendo lo de siempre: atraer al público, que empezaba a vaciarse de las salas. Así que tenía que ofrecer más entretenimiento, más espectáculo, más aventura, más estrellas, más madera. Y para aventura y entretenimiento, aunque su narrativa tendiese a didáctica, hubo quienes como Méliès, medio siglo antes, encontraron en Julio Verne una fuente de inspiración. A partir de sus historias, crearon espectáculo cinematográfico. Walt Disney lo produjo con éxito en 20.000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues under the Sea, 1954), gracias a que encontró en Richard Fleischer un director más que competente y en James Mason y Kirk Douglas a dos antagonistas de lujo. Aunque hubo más, quizá la de Fleischer fuese la mejor adaptación que se hizo de Verne en la década de 1950. Su película resultó más lograda y equilibrada —situaciones, personajes e imágenes van de la mano— que este éxito producido por Michael Todd, el mayor valedor del proyecto, y dirigido por Michael Anderson, que fue premiado con el Oscar a la mejor película del año. ¿Por qué? La respuesta parece obvia: por el negocio o, dicho de otro modo, por su intento de atraer al público a las salas, pues sin este se acabó el negocio. Como apunta su título, esta superproducción que contó con un reparto de más de mil personas, entre profesionales y extras, propone dar la vuelta al mundo en ochenta días. Por el entonces en el que Verne escribe la novela, 1872, algo nunca visto. Y así, como quien no quiere la cosa, contrataron a Cantinflas —de las mayores estrellas internacionales de la época, y que por momentos me suena en gestos a Chaplin— y lo unieron a David Niven, cuyo caballero inglés le sienta como un guante; pero este, en la piel de Phileas Fogg, siente, y no le culpo por ello, mayor atracción por Shirley MacLaine, que da vida a la princesa Aouda, a quien los dos héroes de la película rescatan de las garras de la muerte.
Estos tres personajes forman el trío protagonista de La vuelta al mundo en 80 días (Around the World in 80 Days, 1956), pero ni de lejos son los únicos rostros famosos que asoman por esta odisea alrededor del planeta. Construida a base de tópicos de los países por donde transcurre la acción, La vuelta al mundo en 80 días de Todd y Anderson viaja de Londres a Londres, pasando por Francia, España —las escenas españolas fueron dirigidas por John Farrow—, Suez, India, Hong Kong, Japón, Estados Unidos. Lo hace en barco, en tren, en globo, en elefante y en cualquier otro vehículo que sirva para que el caballero británico y su fiel ayuda de cámara alcancen su objetivo; logro que pasa por salvar los obstáculos del camino, la cuenta atrás (o adelante, si empiezan por el 1) y las tretas de su perseguidor: el agente Fix (Robert Newton), quien sospecha que Fogg ha robado el Banco de Inglaterra. El detective piensa que intenta huir de la justicia, pero el gentleman no ha apostado a favor de la vuelta al mundo en ochenta días para fugarse de la justicia británica, cuyo brazo imperial se alarga de Harrods a Asia, sino para demostrar que el viaje puede hacerse en el periodo establecido. Fogg, esnob, jugador y calculador, obsesionado con el tiempo, caballero sin tacha en su integridad, solo siente interés por la apuesta que ha realizado con los miembros del Club Reformista. Quiere demostrarles que los cambios están ahí, a la vuelta de la esquina, y que se puede hacer el viaje en menos tiempo del que creen los socios de un club que contradice su nombre en la quietud de los cuerpos y la inmovilidad de las ideas. Vivir anclados en la tradición es su principal seña de identidad. De pertenecer a otra clase, quizá fuesen más veloces y seguro que en lugar de socios, serían colegas de pub. Pero dejando el Club Reformista aparte, todo medio de transporte es válido para que Fogg gane su apuesta, la cual pasa por lograr el imposible que se ha propuesto. La historia humana está plagada de imposibles superados y en eso confía el caballero. Pero La vuelta al mundo en 80 días poco tiene que ver con Verne, tampoco sus personajes, que encajan mejor con la intención lúdica y con el desfile estelar propuesto por los autores del film; que divierte en intermitencia. Es decir, la aventura propuesta, el humor y el espectáculo funciona a ratos; y lo que queda es disfrutar esos instantes y el resto, pues eso, sirven de pasatiempo…
Diversión y espectáculo grandioso en aventuras por el planeta, aunque falte coherencia narrativa e interpretativa. Como siempre, magnífico acercamiento
ResponderEliminarHe pensado en poner publicidad a mi blog en unos meses, tras jubilarme. Pero es muy desagradable, corta los textos
ResponderEliminarPodría ésta ser una película pop?
ResponderEliminarSeguramente los que tenemos una edad y un gusto analógico echemos en falta estas superproducciones con actores, miles de extras humanos, escenarios naturales y decorados gigantes
ResponderEliminarAntonio Pardines es uno de los grandes sabios del cine en España
ResponderEliminarHemos extrañado los comentarios de Toño Pardines en el blog hermano Acorazado Cinéfilo
ResponderEliminarEl dejar tantos comentarios hoy es fruto del domingo, sangriento en Palestina, fresco en Cartagena, y oscuro en los planetas del Sistema Solar
ResponderEliminarSeguramente Toño se alegrará de encontrar este torrente de comentarios dentro de su exquisito blog
ResponderEliminarMuchas gracias, Francisco, por tus palabras y por tu generosidad. Me alegra leerte por aquí. Cierto que hace tiempo que no dejo comentarios en tu magnífico Acorazado Cinéfilo, donde siempre aprendo, descubro y me invitas a pensar. Algunas de las últimas películas que has comentando, todavía no las he visto, pero están apuntadas y en breve espero verlas y dejarte mis comentarios. Un abrazo
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