En ¡Peligro… línea 7000! (Red Line 7000, Howard Hawks, 1965), Hawks señala en siete mil ese tope de revoluciones como límite de la seguridad de los pilotos, la misma barrera que Ken Miles (Christian Bale) supera en Le Mans 66 (James Mangold, 2019) para lograr su victoria en Daytona, la que le permitirá pilotar el Ford GT-40 en la prestigiosa carrera francesa. El equipo de Miles y Shelby (Matt Damon), el primer piloto estadounidense en ganar en Le Mans, trabaja para la empresa dirigida por Henry Ford II (Tracy Letts), que se ha obsesionado con vencer al equipo de Enzo Ferrari (Remo Girone), porque, tras rechazar la oferta de compra de Ford, el constructor italiano le manda un mensaje en el que le recuerda que él no es el Henry Ford original; es decir, le recalca que no ha hecho nada más que dirigir una empresa heredada, lo cual no deja de ser verdad, pero al magnate de Michigan le suena a desplante de Ferrari, así que da luz verde y cheque en blanco al desarrollo del bólido que pueda vencer a la escudería italiana. ¿Y quién mejor para construir la máquina perfecta para el triunfo que ese piloto estadounidense que masca chicle sin disimulo y que subió a lo más alto del podio en Le Mans? En lo que es una película resultona en su acabado, pero con piloto automático puesto durante todo el recorrido propuesto, James Mangold cuenta esta historia desde la perspectiva de los dos rebeldes, cuya naturaleza siempre les pide más. Ambos son singulares, las imágenes se encargan de recalcarlo en la superación, la amistad y el hambre de velocidad y triunfo, pero, sobre todo, en el mantenerse fieles a sí mismos a lo largo del camino hacia la perfección y el éxito.
Mangold expresa sus simpatías y se decanta por la pareja “rebelde” frente al “ejecutivo”, el “malvado” a batir, en quien se individualiza las prioridades y la mezquindad del mundo empresarial que no comprende la naturaleza del individuo que compite por algo más que por dinero y ventas. Pero no hay nada nuevo en Le Mans 66, ni siquiera su velocidad narrativa ni la rebeldía de los personajes con quienes el público simpatiza. No deja de ser un típico producto “basado en hechos reales” que contenta a base de velocidad, competición, superación y de los tira y afloja entre los singulares a quienes dan vida Matt Damon y Christian Bale. Quizá sean ingredientes suficientes para agradar a un tipo de público, pero esa comunión solo es significativa en cuanto al gusto personal —que suele determinar el que alguien diga “esta película es buena o mala”, en lugar de decir “me gusta o no” —, pero nada dice sobre la calidad de un film que igual podría haber sido dirigida por Ron Howard o Doug Liman que por Mangold. Apenas se notaría la diferencia, pues, al fin y al cabo, es una película de montaje “adrenalítico” sobre “rebeldes”, término que en el cine USA suele ser sinónimo de héroe. Los de Le Mans 66 son algo más que héroes, son personajes independientes, aunque la suya sea una independencia ficticia o, en todo caso, limitada por el cheque de la gigante empresarial de Michigan. De cualquier modo, la película no solo expone la lucha de Miles y Shelby para ganar en Le Mans, sino para vencer a Leo Beebe (Josh Lucas), el vicepresidente de Ford incapaz de comprender que no es el coche, sino el piloto quien marca las diferencias. Lo cual vendría a ser lo mismo que decir lo ya dicho con anterioridad en otras películas, que la máquina importa, pero es la identidad, el carácter, la personalidad y la individualidad de la persona que la maneja, la que determina el resultado, el éxito o el fracaso. Ejemplos no faltan en el cine de Hollywood, algunos relacionados con la competición automovilística serían Indianápolis (To Please a Lady, Clarence Brown, 1950), Rivales pero amigos (The Young Racers, Roger Corman, 1963), Grand Prix (John Frankenheimer, 1966), Pista de carreras (Speedway, Norman Taurog, 1968), Las veinticuatro horas de Le Mans (Le Mans, Lee H. Kazin, 1971), Días de trueno (Days of Thunder, Tony Scott, 1990) o mismamente en Rush (Ron Howard, 2013), por aquello de concluir esta breve lista con una contemporánea de Le Mans 66…
No hay comentarios:
Publicar un comentario