sábado, 14 de octubre de 2023

Las financias del Gran Duque (1924)


Los créditos de Las financias del Gran Duque (Die Finanzen des Großherzogs, 1924) anuncian que las imágenes pondrán en movimiento un relato de aventuras de Frank Heller adaptado en seis capítulos por Thea von Harbou y dirigido por Friedrich Wilhelm Murnau, que ese mismo año realizaría la magistral El último (Der Letzte Mann, 1924), película visualmente revolucionaria que contó con el guion de Carl Mayer y la fotografía de Karl Freund, cuyo aporte al cine alemán de la época debería ocupar más espacio en este y en otros comentarios, pues, evidentemente, parte de la estética que permanece en la memoria cinematográfica de aquel periodo dorado del silente fue responsabilidad suya. Freund también se encargó de la iluminación de esta ágil producción de alegría y comicidad atípicas en la obra de Murnau. Se trata de un film que gana en simpatía cuando concede el protagonismo a Philipp Collins (Alfred Abel), un aventurero que pretende enriquecerse con la información que ha obtenido sobre las financias del Ducado de Abacco, territorio imaginario situado en una isla mediterránea —los exteriores fueron filmados en la costa croata—, y el futuro enlace del Gran Duque de Abacco (Harry Liedtke) y la Gran Duquesa Olga de Rusia (Mady Christians). En las situaciones del simpático embustero se encuentra lo más logrado de Las financias del Gran Duque, cuya propuesta folletinesca carece de originalidad. Pero tal ausencia de novedad es natural al folletín de aventuras y engaños, de complots, encuentros y desencuentros, también de confusión de identidad; siendo la identidad un tema presente en el cine producido durante los años de la república de Weimar. La película tiene sus momentos, sus héroes, su heroína y sus villanos, su historia de amor y desenfado. Su ambientación se decanta por los espacios abiertos y por el desenfado que choca con el encierro que predomina en El castillo Vogeloed (Schloss Vogelöd, 1921) y la angustia psicológica de Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), ambas de mayor complejidad narrativa y visual, sobre todo la del vampiro interpretada por Max Schreck, que en Las finanzas del Gran Duque tiene un papel secundario.




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