miércoles, 13 de marzo de 2019

Buenas noches, y buena suerte (2005)


Para comprender el periodo (1953-1954) que desarrolla la analepsis que engloba la práctica totalidad de Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck, 2005), quizá sea conveniente conocer un pasado anterior al expuesto por George Clooney en su segundo largometraje tras las cámaras. Habría que viajar en el tiempo y
 encontrar causas y antecedentes en los movimientos obreros y las reacciones patronales, en el propio nacimiento del comunismo y del anticomunismo, en la revolución bolchevique de 1917, qué significó su triunfo para unos y otros o qué implicaba a nivel internacional y local, en la primera investigación sobre el comunismo practicada por el Congreso de los Estados Unidos en 1919. Convendría también detenerse en el auge de los fascismos, en la creación en 1938 de la HUAC (Comité de Actividades Antiamericanas), en la Segunda Guerra Mundial, en los primeros momentos de la era atómica y nuclear (la Unión Soviética desarrolló su primera bomba atómica hacia finales de la década de 1940), en los intereses de la inmediata posguerra, en la victoria de Mao en la China continental, en la guerra de Corea... Tampoco estaría de más reflexionar sobre si tal o cual ideología excluye a cualquier otra, cuando no intenta destruirla, en busca de su supremacía. Estas y otras circunstancias nos acercan inexorablemente al periodo expuesto por Clooney, al sinsentido y al contrasentido asumido por el Subcomité de Investigación presidido por el senador republicano Joseph McCarthy cuando ataca uno de los supuestos que dice defender, pero también nos aproximan a la toma de conciencia de un grupo de periodistas que deciden asumir responsabilidades y plantar cara a lo que consideran un atentado contra las libertades y derechos del ciudadano estadounidense. El pasado anterior explica parte de la paranoia y de la inestabilidad político-social que no surgió por el capricho de un instante aislado en el tiempo, ni de un solo hombre.


Existía la semilla, fue regada y brotó. Posteriormente solo hizo falta abonarla para que creciera hasta alcanzar dimensiones que superaban el control de unos y la comprensión de otros, algunos de los cuales silenciaron sus dudas por miedo a que la vorágine de intolerancia y de intereses enfrentados los engullese. En la réplica del senador McCarthy, emitida en el programa de Edward R. Murrow en 1954, el político se contradice al expresar que <<no busco el liderazgo>> y segundos después invita, o quizá conmine, a <<los buenos americanos a unirse a mi causa>>. Si es "mi" causa y no "la" o "nuestra", ¿no está afirmando que es la suya y, por tanto, queda implícito que él la dirige y ostenta el liderazgo que asegura no buscar? Fuera como fuere, en
Buenas noches, y buena suerte, el senador por Wisconsin abandera la postura del "estás conmigo o contra mí", pues, en su cruzada anticomunista, no hay lugar para la diversidad ni para la disensión, menos aún tienen cabida los sospechosos de simpatizar o de pertenecer al partido comunista. En 1953, año al que nos traslada el discurso crítico que en 1958 Murrow (David Strathairn) expone en ante la Asociación de Directores de Informativos de Radio y Televisión, el comunismo atemorizaba a parte de la población estadounidense, aunque, si comprendemos el pasado, ese temor viene de lejos -por ejemplo, en 1947 se produjo el encarcelamiento de los diez de Hollywood-. El político aprovecha el miedo que se propaga cual virus para transformarlo en el medio que le acerca a sus fines, pero, después de escuchar que no busca el liderazgo, ¿cuáles son estos? ¿Notoriedad? ¿Acabar con una amenaza real o irreal para la sociedad estadounidense? ¿Hacer valer y prevalecer su postura por encima de cualquier otra? ¿Acceder a mayor poder mediante el terror? ¿Luchar por aquello en lo que realmente cree, aunque sin plantearse que puede estar equivocado o que su actitud raya la intolerancia y la sinrazón? Para responder sin temor a errar, habría que ser el propio senador, y ser sincero en las respuestas. Lo que parece evidente es que, en lugar de luchar por la defensa de su país, hace lo contrario, ya que su política pisotea las libertades defendidas por la constitución. Y a esa postura anticonstitucional, disfrazada de legalidad, se enfrentan Murrow y su equipo de periodistas, conscientes de que dicha actitud cuadra mejor en un país autoritario que en una democrática. Ante esto, famoso desde sus retransmisiones radiofónicas durante la Segunda Guerra Mundial, Murrow asume un periodismo responsable y activo, que señala y evidencia las irregularidades cometidas por McCarthy y los suyos durante las vistas donde se acosa a ciudadanos, a quienes se señala y juzga sin pruebas, al menos no concluyentes, pruebas que se basan en delaciones poco fiables o en invenciones como aquellas a las que, tras iniciar su ofensiva contra el mccarthismo, el periodista tiene que hacer frente. Pero, aparte del panorama político, Buenas noches, y buena suerte nos posibilita el acceso a la televisión de la época -y esto explica en parte la elección de Clooney para el uso de la fotografía en blanco y negro, que también se debe a la inclusión en la película de imágenes de archivo, <<Si me decidí a rodar en blanco y negro fue por utilizar las imágenes de McCarthy en televisión, pero también me pareció que el estilo respetaba la simplicidad de aquella época, mucho antes de que la MTV redujera nuestra capacidad de atención a menos de tres segundos>> (diario El país 19-2-2006)-, a la vital presencia de los patrocinadores y de los anuncios, cuya importancia rivaliza con la propia noticia, anuncios como el de la marca de tabaco que apela a la inteligencia de posibles consumidores, cuando en realidad está apelando a la vanidad del comprador potencial. Por todo ello, por su tema central y sus aspectos secundarios, aunque no por estar en un segundo plano carecen de importancia e interés, por la precisión narrativa de Clooney, realista y sin adornos, el film resulta un excelente acercamiento a la época expuesta, pero también al público de entonces (quizá similar al de ahora), si prefiere entretenimiento o conocer la verdad que le rodea, al periodismo del ayer, del hoy y del mañana, un periodismo que debe responder cuáles son sus responsabilidades y su razón de ser.

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