lunes, 25 de marzo de 2019

Setsuko Hara. La sonrisa serena


La sonrisa suele ser uno de los primeros rasgos que captan la atención de propios y extraños. El arte y la cultura nos han deparado algunas como la de La Gioconda, la más ambigua, famosa y valorada de la historia, La sonrisa etrusca, título de la espléndida novela de José Luis Sampedro, o la permanente del antagonista del hombre murciélago en las viñetas, en la televisión y en la gran pantalla. Pero en el cine, una de las sonrisas inolvidables la encontramos en Setsuko Hara. Su gesto amable, emotivo y sincero permanece en la memoria de quienes la han visto dando vida a las Noriko, al tiempo iguales y distintas, que protagonizan tres películas de Yasujiro Ozu. Nacida como Masae Aida en 1920, además de esta magistral trilogía compuesta por Primavera tardíaPrincipios de verano y Cuentos de Tokio, la actriz de estatura superior a la media y de aspecto euroasiático protagonizó a las órdenes de Ozu Crepúsculo en Tokio, Otoño tardíoEl otoño de los Kohayagawa, películas que unidas a las anteriores la convirtieron en una leyenda del cine. Pero como todas las leyendas y todas las carreras cinematográficas, la suya tiene un principio y un final, el cual se produjo por decisión propia en 1963, cuando, para sorpresa y decepción del público japonés, anunció que se retiraba. Su retiro voluntario privó al cine de uno de sus rostros más luminosos y serenos, el rostro de una mujer que debutó en 1935 y que prolongó su trabajo delante de las cámaras durante veintiocho años y un centenar de títulos. Desconozco la mayoría, pero no aquellos que interpretó para cineastas indispensables como Akira Kurosawa -No me importa el mañana y El idiota-, Hiroshi Inagaki -Tres tesoros y 47 ronin, y Mikio Naruse en cinco títulos entre los cuales se cuentan La calle sin piedadLa voz de la montaña, Hijas, esposas y una madre. Pero, sobre todo, su presencia cobra inusual brillo en los films de Ozu, quien no dudó en escribir <<llevo más de veinte años haciendo cine pero es raro que una actriz entienda realmente lo que busco e interprete de esa manera soberbia que tiene Setsuko Hara de hacerlo. Su gama expresiva es restringida, pero es un tipo de actriz cortada a medida para determinados papeles, y esos los desarrolla hasta el último detalle. [...] Sostengo, sin embargo, y sin exagerar, que es la mejor actriz de cine que tiene Japón>>*. Y aunque esto pueda ser cuestión de gusto y de afinidades, las palabras del responsable de Cuentos de Tokio no resultan exageradas a la hora de valorar a la protagonista de las seis magistrales producciones que inmortalizaron la sonrisa y la humanidad de esta mujer cuya presencia traspasa la pantalla y hace real la imagen femenina de la posguerra japonesa: mujeres como Noriko, en quienes habitan modernidad y tradición, opuestos que cobran suma relevancia en la obra del inimitable realizador japonés. La carrera de Setsuko Hara se inició años antes de protagonizar Primavera tardía, comenzó cuando entró en Nikkatsu, donde su cuñado Hisatora Kunagai trabajaba dirigiendo películas, aunque no tardaría en firmar por el estudio Toho. Seguramente no fue una decisión fácil para una adolescente de quince años que casi tres décadas después, en el momento de decir adiós al cine, confesó que dedicar su vida a la actuación no fue una elección que la llenase, sino una solución para ayudar a mantener a su familia numerosa; con ella, eran ocho hermanos. El celuloide se presentó como un medio, aunque no para alcanzar la fama; de hecho, recuperó su nombre real y se apartó de la escena pública para vivir el resto de su existencia en la tranquilidad del anonimato. A pesar de ser la actriz preferida del público y de su enorme éxito profesional, nunca fue una apasionada de su profesión, menos aún del revuelo mediático que esta genera. De ahí que, aunque se convirtió en una de las grandes estrellas de la pantalla, guardó con celo su intimidad y privacidad. Quizá por todo ello, representase mejor que ninguna otra compañera de profesión a la heroína anónima y corriente, a la mujer, a la hija e incluso a la madre, a mujeres que sufren en silencio y al tiempo poseen gran entereza y equilibrio entre pasado y presente, mujeres que, en el cine de Naruse y Ozu, conviven y se debaten entre la tradición largamente arraigada en la sociedad japonesa y la modernidad que, durante la posguerra, empieza a florecer para generar conflictos generacionales y personales.



Filmografía parcial

Kochiyama Soshun (Sadao Yamanaka, 1936)

La hija del samurái (La nueva tierra) (Atarashiki tsuchi; Arnold Fanck y Mansaku Itami, 1937)

Chûshingura (Kajirô Yamamoto, 1939)

Hebihimesama (Teinosuke Kinugasa, 1940)

Futurai no sekai (Yasujirô Shimazu, 1940)

Soplos de aire juvenil (Seishun no kyriu; Osamu Fushimizu 1942)

Neppû (Satsuo Yamamoto, 1943)

No añoro mi juventud (Waga sishun ni kuinash; Akira Kurosawa, 1946)

El baile en la casa Anjo (Anjô-ke no butôkai; Kôzaburô Yoshimura, 1947)

Taifuken no onna (Hideo Ôba, 1948)

Ojôsan kanpai (Keisuke Kinoshita, 1949)

Blue Mountains (Aoi sanmyaku; Tadashi Inai, 1949)

Primavera tardía (Banshun; Yasujiro Ozu, 1949)

La calle sin piedad (Ikiri no machi; Mikio Naruse, 1950)

El almuerzo (Meshi; Mikio Naruse, 1951)


El idiota (Hachuki; Akira Kurosawa, 1951)

Tokyo no koibito (Yasuki Chiba, 1952)

La torre de los lirios (Himeyuri no Tô; Tadashi Imai, 1953)

Cuentos de Tokio (Tokyo Monogatari; Yasujiro Ozu, 1953)

La voz de la montaña (Yama no oto; Mikio Naruse, 1954)

Aijo no keesan (Shin Saburi, 1956)

Chaparrón (Shû u; Mikio Naruse, 1956)

Crepúsculo en Tokio (Tokyo Boshuku; Yasujiro Ozu, 1957)

Tres tesoros (Nippon tanjo; Hiroshi Inagaki, 1959)

Hijas, esposas y una madre (Musume tsuma haha; Mikio Naruse, 1960)

Otoño tardío (Akibiyori; Yasujiro Ozu, 1960)

El otoño de los Kohayagawa (Kohayagawa ke no aki; Yasujiro Ozu, 1961)

47 Ronin (Chûshingura; Hiroshi Inagaki, 1962)

*Yasujio Ozu (de la traducción de Amelia Pérez de Villar). La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine. Gallo Nero Ediciones, S. L., Madrid, 2017

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