El éxito de La guerra de las galaxias convenció a las productoras de la rentabilidad de un género hasta entonces condenado, con excepciones, a producciones de escaso presupuesto. La ciencia-ficción cobraba fuerza y uno de los films que supieron auparla a un primer orden fue Alien, dirigida por Ridley Scott, mucho más densa, madura y compleja que la película de George Lucas. La historia que se narra no resulta original, a decir verdad no difiere de las desarrolladas en El enigma de otro mundo o La invasión de los ladrones de cuerpos, incluso podría pasar por una mezcla de ambas, salvo por su ubicación en el espacio exterior, dentro de una nave donde sus siete tripulantes se convierten en las víctimas de un ser que no se detienen ante nada, pues les necesita para sobrevivir y evolucionar. De ese modo, gracias a la constante sensación de claustrofobia y a su excelente diseño de producción, Alien se convirtió en un referente de la ciencia-ficción, que sirvió para madurar un género que vivía a la sombra de 2001, una odisea del espacio de Stanley Kubrick, obra clave en la historia evolutiva del cine. Al contrario del film de Lucas, los siete tripulantes de la astronave comercial Nostromo no son héroes ni pretenden serlo, pero se ven obligados a investigar la señal de socorro que les ha despertado a medio camino de La Tierra, aunque bien podría tratarse de una señal de advertencia. En caso de no acudir, siempre según las normas de la Compañía, recibirían una sanción económica, argumento suficiente para convencerlos de la necesidad de responder a una llamada que les lleva hasta l planeta donde se encuentran con una nave de origen extraterrestre. Allí, en un espacio oscuro y de atmósfera amenazante, cientos de huevos se alinean ante la sorpresa de los presentes, entre ellos Kane (John Hurt), el primero que descubre que las vainas poseen vida orgánica, al tiempo que sufre el ataque del ser que dormitaba en el interior de una de ellas. La criatura se adhiere a su casco, aprieta, pero no mata. Inconsciente, y con un parásito inseparable, sus compañeros lo recogen y regresan a la nave donde aguarda Ripley (Sigourney Weaver), el tercer oficial de la Nostromo, que rechaza las órdenes del capitán Dallas (Tom Skerrit), pues no piensa abrir las puertas. Ripley, únicamente, actúa según indica el procedimiento de seguridad: no permitir la entrada de seres que puedan poner en peligro la vida de la tripulación. Si desean volver a entrar deberán pasar por un periodo de cuarentena; es la decisión correcta. Sin embargo, Ash (Ian Holm), el oficial científico, desoye el razonamiento de Ripley y abre las compuertas, decisión incorrecta, demasiado incorrecta. El invitado continúa pegado a la cabeza de Kane, le aprieta, le mantiene con vida, pero en un estado de coma profundo. Mientras, el resto de la tripulación aguarda, ignora y teme por la vida de su compañero. Cuando Dallas se responsabiliza y ordena una intervención quirúrgica descubren que la sangre del nuevo pasajero es un ácido extremadamente corrosivo, circunstancia que impide continuar con el proceso. Cuando todo parece perdido, milagrosamente, el octavo pasajero, noveno si se cuenta al gato, suelta a su presa y muere. La recuperación de Kane significa la vuelta a la normalidad, a la camaradería y a la continuación de un viaje que les llevará a casa. Sin embargo, Ripley no se fía del nuevo oficial científico, ha actuado de modo extraño, parecía no tener prisa por eliminar a un ser del que pronto descubrirán una nueva característica. Alien resulta un acierto, un nuevo enfoque, porque traslada la acción al espacio, a una nave que se convierte en una trampa, porque por ella deambula un ser sin conciencia, sin escrúpulos y sin remordimientos de ningún tipo, ese ser mata porque sí, no existe mayor explicación. Primero Kane, luego Brett (Harry Dean Stanton), ¿quién será el siguiente? ¿Lambert (Veronica Cartwright)? Deben actuar, hacer algo, ¿pero qué, si ninguno conoce de que forma de vida se trata y cómo destruirla? Ni siquiera Madre (hija no reconocida de HAL 9000), la inteligencia artificial que controla la nave puede decirles algo sobre ese psicópata alienígena que ha salido del vientre de su compañero. El terror, la claustrofobia, la impotencia son algunas de las sensaciones que se apoderan de los supervivientes del Nostromo, seres atemorizados que saben que la bestia ha crecido, lo cual significa que la amenaza también lo ha hecho. Parker (Yaphet Kotto) prepara unos lanzallamas para poder ahuyentarle mientras le buscan con la intención de expulsarle por los conductos del aire, sin embargo, él también les busca, anda al acecho, desea atraparles, tiene que atraparles, puesto que no desea.
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