Nina (Natalie Portman) desea el papel de reina cisne, lo desea más que cualquier otra cosa, y como se suele decir hay que tener cuidado con aquello que se anhela porque puede cumplirse. La realidad le depara ser la protagonista de una nueva adaptación de El lago de los cisnes, archifamoso ballet de Tchaikovsky, en el que debe interpretar tanto al cisne blanco como al negro. Sin embargo, existe un pero, y no es otro que su fragilidad y sus ataduras, que no le permiten dar rienda suelta a esa hermosa y letal criatura negra. Por este motivo Leroy (Vincent Cassel), el director del ballet insiste, con dureza, para que se libere y deje salir esa parte desconocida de su interior. A partir de ese momento, Nina sufre, no consigue desarrollar el baile del cisne negro con la misma soltura que su homólogo blanco, dos caras de una misma persona que ve como su madre (Barbara Hershey) la domina y cuida sin darle un respiro (una madre como ésta no hubiese desentonado en una película de Alfred Hitchcock). No es de extrañar que la mezcla de sus anhelos, frustraciones y falta de confianza, así como su carácter dócil, frágil y generoso, le entorpezcan para alcanzar la perfección que pretende. La aparición de Lily (Mila Kunis), un personaje totalmente opuesto a ella, le ofrece la ocasión de desatarse y de sentir el miedo y el odio hacia aquella persona que pretende arrebatar lo que considera suyo, circunstancia que ya ha sufrido la anterior diva (Winona Ryder), quien se ha visto relegada al olvido y condenada a un desequilibrio que también amenaza a Nina. La transformación o camino hacia la perfección que sufre Nina es aterrador, de una intensidad psicológica que sobrecoge y que la conduce a un viaje a la locura, en la que su constante sufrimiento marca un camino similar al cisne de la obra. De este modo Cisne negro (Black swain) se convierte en un cuento terrorífico que viaja paralelo a la danza y a la transformación de cisne blanco en cisne negro. Darren Aronofsky crea una situación que la fragilidad de Nina no puede soportar, sumida en un constante estado de presión que le lleva a presenciar imágenes que no son reales, y que son inducidas por ese otro yo que anhela salir, para mostrarse al mundo tal y como es. Esa parte a la que ha sometido bajo un estricto control, pretende liberarse, ataca con intensidad, hasta el punto de confundir realidad y fantasía, y es entonces cuando esta frágil reina cisne se encuentra cara a cara con el letal cisne negro. Cisne negro es un excelente thriller psicológico que se desarrolla desde la perspectiva de esta bailarina que busca una perfección que puede llevarla a su propia destrucción, magistral interpretación de Natalie Portman, y que paulatinamente reconoce y rechaza ese terror a lo desconocido que anida en ella y que irá dominándola hasta alcanzar un punto álgido que no deja indiferente a quien observa su metamorfosis.
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