La fructífera relación profesional entre Budd Boetticher y los dueños de la productora Ranown, Randolph Scott y Harry Joe Brown, se cerró con Estación Comanche (Comanche Station, 1959), un excelente western que, aparentemente, muestra una estructura y un contenido similar a la mayoría de los anteriores films que componen la serie, por momentos recuerda a Cabalgar en solitario, aunque existen diferencias notables. Como era habitual, el arranque se presenta la acción sin ningún tipo de información anterior, ya habrá tiempo para desvelar las inquietudes que obligan a un tipo como Jefferson Cody (Randolph Scott) a adentrarse en terreno comanche y comerciar con un grupo de indios para salvar a una desconocida, Nancy Lowe (Nancy Gates). Cody es un tipo solitario, la mayoría de los personajes de Boetticher suelen serlo, un hombre pesimista porque un suceso del pasado le ha obligado a ser de ese modo. Cody, parco en palabras, descubre la gratitud de Nancy y también sus temores, cuando ésta le confiesa que ignora si su marido la aceptará tras haber convivido con los indios durante meses. La vuelta a casa pasa por detenerse en la estación Comanche, el puesto cercano donde las diligencias se detienen para cambiar el tiro y ofrecer reposo a los viajeros. Sin embargo, allí no hay nadie, únicamente algunas bestias que descansan sin ser conscientes de que tres jinetes cabalgan al galope hacia la posta, amenazados por un grupo de comanches que les persiguen. Cody sí es consciente del ataque, debe ayudarles, pues a pesar de su aparente desinterés y rudeza, se esconde un hombre que se rige por un código moral sin tacha, posiblemente el mismo que seguía cuando era oficial del ejército. Esta parte de su pasado se introduce cuando descubre que uno de los recién llegados es Ben Lane (Claude Akins), viejo conocido a quien llevó ante un consejo de guerra, tras las cruentas e injustificadas matanzas que éste había cometió contra los indios. Más información: entre ellos existe una cuenta pendiente que les enfrenta desde el primer instante, un conflicto que reconocen, e incluso del que hablan sin tapujos. Como también se habla de los 5000 $ de recompensa que el marido de Nancy ofrece por ella, y que a Ben Lane le basta para juzgar a un esposo que delega sus obligaciones en otros. La relación entre Nancy y Cody se enturbia tras descubrirse este hecho; la idea de que Cody le ha mentido y que únicamente le ha rescatado por dinero, le enfurece y le aleja de alguien que había creído distinto al resto. Los jinetes abandonan Estación Comanche bajo la constante amenaza de unos indios que les persiguen, al tiempo que en el seno del grupo se gesta una traición que aumenta la sensación de enfrentamiento entre dos hombres totalmente opuestos, quienes mediante unos diálogos precisos y claros desvelan sus naturalezas, sus pasados y el por qué de sus actos presentes. De igual modo, Frank (Skip Homeier) y Dobie (Richard Rust) se descubren como dos jóvenes en quienes sus actos se contradicen con sus pensamientos, son dos muchachos que se dejan guiar por Lane, a pesar de no compartir sus ideas, una circunstancia que les enfrenta consigo mismos, sobre todo a uno de ellos, cuyos valores morales luchan por salir y plantar cara a la amoralidad de Lane. Los hombres que deambulan por el oeste de Budd Boetticher no poseen demasiadas esperanzas, son individuos que vagan conscientes del pesimismo que les domina, sensación que les aparta del resto y que les convierte en lobos solitarios obligados a enfrentarse con unos fantasmas del pasado que se irán descubriendo a medida que la trama se desarrolla.
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