martes, 3 de diciembre de 2024

María querida (2004)


Cinematográficamente, María querida (2004) resulta una de las peores películas escritas por Rafael Azcona y también de las peores dirigidas por José Luis García Sánchez; y no ayuda la lectura de Pilar Bardem de las líneas sueltas de la obra de María Zambrano, la inspiración que transforma a Lola (María Botto). Con este personaje se inicia el film en Cuba, donde Lola está rodando su primer largometraje: <<En el invierno de 1991, me encontraba en La Habana dirigiendo mi primera película. No me había sido fácil. En aquel tiempo dirigir era, como tantas otras tareas, cosa de hombres>>, dice para introducir (y dejar claro) este último punto. Allí recibe la noticia de la muerte de la extraordinaria pensadora que cambió su vida. Es 6 de febrero de 1991, día del fallecimiento de la ensayista, a quien veremos en vida, ya que la historia regresa a 1989, cuando Lola la conoce durante una entrevista para la televisión. A la periodista, cámara de televisión, le animan a rodar un film sobre María Zambrano, y sobre las mujeres en la República, la vida política de mujeres como Rosa Chacel, Federica Montseny, María Teresa León o Pasionaria, sobre las leyes de divorcio y del aborto, la del voto femenino queda sin decir en pantalla y, desde un punto de vista político, quizá sea la más importante. Omitir dicha ley, conlleva el olvido de Clara Campoamor, miembro del partido radical y principal valedora y promotora de dicha ley en las cortes republicanas. De paso, en ese film se quiere hablar del exilio, de la <<diáspora del exilio>>; su empleador le recuerda los nombres de Antonio Machado y Rafael Alberti. Pero la película que pretende Lola es la biografía de Zambrano. En la que ella misma habla de su juventud y de la influencia de Ortega, aunque apunta que ella prescinde del discurso racional al de su maestro, más intimista y poeta que aquel. García Sánchez y Azcona hacen hincapié en esto —insisten, para ello, en que su escritora cite versos de Antonio Machado—. En su docudrama, acercan la figura de Zambrano mediante datos biográficos y la imagen contenida de Bardem, caracterizada para ¿parecerse? a la filósofa, que, por otra parte, resulta inimitable, y recurriendo a algunas líneas de su pensamiento, pero el film no logra representarla ni transmitir su esencia, menos aún dar con ella. Para eso, aunque suene a tópico, tanto como puedan sonar los personajes que asoman en la pantalla, resulta mucho mejor leerla y que ella misma hable directamente sin intermediarios que interpreten por ti, que, al fin y al cabo, es por quien doblan las campanas…



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