jueves, 11 de marzo de 2021

Papeles son papeles (1966)

<<Papeles son papeles, pero cartas son cartas>> canta el solista de la orquesta que toca mientras se impresionan los créditos de esta sátira de timo, engaño y asilados que deja ver un panorama social pocas veces visto en el cine cubano de la década de 1960. La canción resta importancia al dinero, pero señala que <<es la cuestión que más problemas promueve; y aunque solo es papel, algunos por él se mueren>>. Mientras, el <<pero cartas son cartas>> parece conceder a las líneas epistolares un valor que la canción niega al dinero, quizá porque lo escrito en ellas suele comunicar o dejar impresas emociones y sentimientos humanos. Suena bien, suena a mundo utópico, pero, instantes después, ya en la representación de la realidad revolucionaria y contrarrevolucionaria, Fausto Canel muestra la importancia de los papeles. <<Solo es papel, el dinero, no vale na, solo es papel, el dinero...>>, canta el coro, pero en ningún momento suena que también es determinante tanto para quien lo acumula como para quien lo quiere o no lo tiene. El dinero aviva la picaresca, la corrupción, el deseo de poseerlo, desata la codicia y, con ella, la violencia y el desenfado exagerado y ambiguo, por momentos paródico y grotesco, de la mezcolanza genérica llevada a cabo por Canel. Ese tono desenfadado que marca el ritmo de Papeles son papeles (1966) le permitió tratar por primera vez en la pantalla de la Cuba castrista el tema del cambio y fuga de divisas, lucrativa ilegalidad en manos de supuestos contrarrevolucionarios, y los asilados que aguardan en las embajadas los dólares que les permita salir de Cuba. La película, combinación de policiaco, comedia y cine negro <<Fue un gran éxito de público, posiblemente porque en Papeles son papeles la gente reencontraba un género conocido y añorado, el policial, y sobre todo porque se veía reflejado en los personajes populares y en sus diálogos y opiniones y preocupaciones.>>1 Canel da ligereza a su discurso, incluso frivolidad, y caricaturiza las situaciones en las que descubrimos los temores y tejemanejes de los timadores o la persecución que sufre su víctima a raíz del engaño. Pastrana, así se llama el timado, trabaja de funcionario en una embajada y acude al despacho del abogado Echemendaría con una cartera repleta de billetes, que los asilados le han entregado para que los cambie por dólares. Ese instante ya advierte la exageración, que alcanza su máximo paródico cuando Pastrana regresa a la embajada y todos le persiguen, lo que genera situaciones hilarantes, por momentos esperpénticas; incluso su muerte, minutos después, no deja de ser una parodia del cine negro. <<Los personajes de Desarraigo y sus diálogos eran demasiado alejados del público, demasiado intelectuales, para que se pudieran identificar. Desarraigo fue un éxito de crítica nacional e internacional, mientras que Papeles son papeles lo fue de crítica local, que la consideró muy profesional y un paso de avance del cine cubano en ese sentido y fue también un éxito de público, que se divirtió mucho viéndola. En Papeles son papeles digo cosas inaceptables en una película castrista por el mero truco de ponerlas en boca de los delincuentes contrarrevolucionarios. Pero como estos son los protagonistas el punto de vista de la historia se hace ambiguo.>>2



1,2. Fausto Canel. Citas extraídas de Juan Antonio García Borrero: Cine cubano de los sesenta: mito y realidad. Ocho y medio, libros de cine y Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, Madrid, 2007

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