martes, 2 de marzo de 2021

La montaña sagrada (1926)


<<Las nubes, el paso de la luz solar y las sombras vagando por las cumbres de las montañas y las peñas escarpadas solo pudieron verse por primera vez en sus películas, si bien luchó y trabajó duramente para conquistar el éxito. Le costó mucho encontrar un distribuidor para sus primeras películas, pues nadie del mundillo cinematográfico creía en su posibilidad de éxito; de hecho, en esa época se daba por sentado que solo una trama con suspense y emoción tenían éxito. Pero Fanck creía en su trabajo. Alquilaba salas y él mismo exhibía las películas, y al final el éxito le dio la razón. Hasta la UFA le ofreció de pronto trescientos mil marcos por una película sobre montañas, con la condición de que tuviera trama. Así nació La montaña sagrada>>.1



Con su danza del mar, en el preludio de La montaña sagrada (Der Heilige Berg, 1926), Leni Riefenstahl sedujo y conquistó al público alemán que acudió a ver la película. En ese instante, había nacido una estrella, pero también latía en ella la artista ambiciosa que no se conformaría solo con actuar y bailar, esto último lo venía haciendo desde niña. En este largometraje, el primero que protagonizó, también asumió labores detrás de la cámara, cuando Arnold Fanck, su máximo responsable, se indispuso. Suya es la escena de la búsqueda nocturna en la que un grupo de alpinistas que, bengalas y antorchas en mano, iluminan la oscuridad mientras buscan a los dos amigos en peligro. Años después, la actriz filmaría una escena similar, aunque más poblada, grandilocuente y propagandística en grado sumo, para El triunfo de la voluntad (Triumph des Willens, 1934), pero este documental es otra historia, de la que ya escribí en su momento. La presencia de Riefenstahl en el film de Fanck destaca sobre todo por esa danza inicial a orillas del mar, baile que repite a lo largo del metraje y que enamora a los dos amigos, pero, como montañero y geólogo, al director y también guionista le interesan más los espacios abiertos, la competición de esquí o la escalada alpina. <<El doctor Fanck fue para mí un mentor intelectual. Como realizador de cine era un profano, ya que su verdadera profesión era la geología>>,2 escribió la actriz y realizadora en sus memorias. Fanck, que firmaba sus películas con el dr. de doctor delante de su nombre, fue el máximo exponente del cine de montaña que tuvo gran popularidad en Alemania en la década de 1920. <<Lo notable de estos filmes radica en que mientras la pantalla alemana no ofrecía sino escenarios fabricados en los estudios, estos captaban los aspectos más grandiosos de la naturaleza>>.3


De la serie de películas que realizó, posiblemente
La montaña sagrada sea su película más lograda. En ella logra tres momentos que visualmente destacan sobre una trama simple, que no se complica a la hora de conjuntar romance, amistad, celos, competición, lealtad, paisaje y deporte. Los tres momentos los apunté con anterioridad; son el prólogo a orillas del mar, donde la silueta y el cuerpo de la bailarina parece que quieren fundirse en uno solo; la carrera de larga distancia, filmada en distintos planos estáticos y breves tomas sobre esquís; y su parte final, el asenso por la cara norte de la montaña, un fin de fiesta trágica que combina dos tiempos, el de los amigos en la cima y la bailarina moviéndose por la nieve en busca de la cabaña donde el resto de esquiadores disfruta de una noche en la que no tardarán en salir al exterior, iluminando la blanca oscuridad para intentar el rescate de los dos hombres enamorados de Domita, el personaje interpretado por Riefenstahl.


1,2
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Leni RiefenstahlMemorias. Editorial Lumen, Barcelona, 1991
3.Siegfried Kracauer: De Caligari a Hitler. Una historia psicológica del cine alemán. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1985

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