viernes, 29 de abril de 2011

Billy Wilder. El guionista que quiso dirigir




Nadie es perfecto, pero en algunas de sus películas rozó la perfección, puede ser una presentación tan válida como cualquier otra para acercarse a la obra cinematográfica de Billy Wilder, un cineasta de inigualable sentido del humor. Wilder siempre tuvo claro que él era un guionista que se vio obligado a dirigir para que sus guiones no sufrieran ni retoques ni cambiados que estropease su trabajo. Responsable de joyas cinematográficas de la talla de Perdición, El crepúsculo de los dioses El apartamento, dirigió su primera película tras salir de la Alemania nazi e instalarse en Francia, a donde llegó en 1934. Pero su primer largometraje, Curvas peligrosas, apenas tuvo transcendencia en su carrera. Fue un primer intento, y tuvieron que pasar ocho años hasta ponerse de nuevo detrás de las cámaras, y lo hizo en la comedia El mayor y la menor. Su segundo film y su primera gran farsa cinematográfica, la cual deja entrever algunas de las características y temas que abordaría a lo largo de su filmografía. Durante esos ocho años, tuvo tiempo para llegar a América, esperar destino, instalarse en Hollywood, pasar por la Fox y firmar su contrato con Paramount Pictures. En el estudio de Adolph Zuckor se dedicó a escribir guiones (había empezado a escribirlos en 1927 en Alemania) para realizadores como Ernst Lubitsch, a quien consideraba un genio y de quien recibió influencias, Howard Hawks Mitchell Leisen, a quien criticó abiertamente por cambiar sus textos, razón que le convenció para intentar dirigir sus propios guiones, así, salvo él, nadie realizaría cambios en sus argumentos. Pero, por aquellos tiempos, no resultaba fácil que los ejecutivos de las productoras permitieran a un guionista filmar sus libretos, y tuvo que ser Preston Sturges quien, gracias a su prestigio, diese el primer paso en 1940 con El gran McGintycuyo éxito posibilitó que otros en su situación, entre ellos Wilder, accedieran a la dirección. Su fructífera carrera tanto de realizador como de guionista se encuentra marcada por dos grandes colaboradores. Primero formó equipo con el guionista y productor Charles Brackett y posteriormente, ya entrada la década de los cincuenta, se emparejó, para escribir, con I. A. L. Diamond. Con ellos realizó algunos de sus trabajos más importantes, con la excepción, entre otras, de Perdiciónque coescribió junto a Raymond Chandler, aunque, según palabras del director y guionista, el escritor apenas aportó al texto. Genio y figura, Wilder no era una persona que guardase sus opiniones para sí, característica que le produjo algún que otro enfrentamiento con compañeros de profesión. Y es que nadie es perfecto, tampoco la sociedad que fue diseccionando en sus farsas, ácidas y críticas, pasando por el mundo del cine en El crepúsculo de los dioses y Fedora y el ámbito periodístico en El gran carnaval y Primera plana.


En sus comedias más conocidas abordó la posguerra en Berlín Occidente (1948), la guerra fría y las multinacionales en la magistral Uno, dos, tres (1961), la relación de pareja en Ariane (1957), Bésame, tonto (1964), un magnífico y satírico enfoque sobre el matrimonio, Avanti (1972) o cómo saber que la vida puede empezar a los cuarenta. Retrató a la perfección al americano de a pie en El apartamento (1960), una joya que mezcla drama y humor (negro y triste, que se ríe de las propias miserias de los protagonistas) en la que un ser anodino ve como debe ceder ante los deseos de sus superiores para que su carrera avance, y En bandeja de plata (1966) un honrado perdedor se deja convencer por un ser sin escrúpulos para engañar a una compañía de seguros. <<Hice comedia, hice películas serias. No desarrollé un estilo propio; con una excepción tal vez: que me lo tomaba en serio tanto si era una comedia como si no. Y la mayoría de las veces, me salió bien>>.1 Y le salió muy bien, aunque sí creó un estilo propio e inimitable tanto en sus comedias como en sus películas serias, muchas de las cuales se encuentran entre lo mejor de su obra. En 1943 mezcló bélico, intriga y dosis de humor en la muy lograda Cinco tumbas para El Cairo. Basada en la novela Pacto de sangre, de James M. CainPerdición es sin ningún género de dudas su gran film de los años cuarenta, además de ser una de las mejores producciones de cine negro de todos los tiempos. Un año después filmó Días sin huella (1945), drama sobre la figura de un alcohólico que fue galardonado en la ceremonia de los Oscar de 1946 (mejor película y director, incluidos). A comienzos de los años cincuenta rodó la que sin duda es su segunda obra maestra, El crepúsculo de los dioses (1950), una reflexión nada amable sobre el mundo del cine, en ella realizó una disección dura y cínica del medio en el que se movió como pez en el agua. Posteriormente enlazó dos grandes películas: en la primera, El gran carnaval (1951) ofreció una visión nada favorecedora de los medios de comunicación, individualizados en su protagonista, que crea noticias y maneja a las masas sin ningún tipo de escrúpulo (en su momento no gustó, quizá por su enfoque crítico); y en la segunda, Traidor en el infierno (1952) mezcló drama, comedia e intriga, para mostrar a un grupo de soldados estadounidenses en un campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial. En 1957 se atrevió a rodar una estupenda película de suspense, Testigo de cargo, que nada tiene que envidiar a las mejores producciones del género. En 1959 tocó el cielo de las comedias con la brillante e irreverente Con faldas y a lo loco. Al año siguiente asombró a todos al crear una maravilla, aparentemente sencilla, pero de gran complejidad y emotividad. El apartamento, uno de los mejores dramas cómicos jamás rodados, fue recompensado por la academia hollywoodiense con el Oscar al mejor director, al mejor guion y a la mejor película, entre otros premios. Otra magnífica producción, aunque menos conocida, es La vida privada de Sherlock Holmes (1970), en ella el cineasta ofreció su peculiar visión del célebre personaje creado por Arthur Conan Doyle. Ya en los años ochenta rodó su última película, que no alcanzó el nivel de las anteriores, quedándose en una comedia irregular, aunque digna. Durante las dos décadas siguientes no dirigió ningún film, una verdadera lástima, como consecuencia de que las aseguradoras no apostaban su dinero por un hombre de su edad, algo que ya habían hecho con otros grandes. Billy Wilder murió a los noventa y cinco años de edad, veinte años después del rodaje de Aquí un amigo (1981).




1. Crowe, Cameron: Conversaciones con Billy Wilder.

Filmografía como director y guionista

Curvas peligrosas (Mauvaise graine, 1934)
El mayor y la menor (The Major and the Minor, 1942)
Cinco tumbas a El Cairo (Five Graves to Cairo, 1943)
Perdición (Double Indemnity, 1944)
Días sin huella (The Lost Weekend, 1945)
El vals del emperador (The Emperor Waltz, 1948)
Berlín occidente (A Foreign Affair, 1948)
El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950)
El gran carnaval (Ace in the Hole, 1951)
Traidor en el infierno (Stalag 17, 1952)
Sabrina (1954)
La tentación vive arriba (The Seven Year Itch, 1955)
Ariane (Love in the Afternoon, 1957)
Testigo de cargo (Witness for the Prosecution, 1957)
El héroe solitario (The Spirit of St.Louis, 1957)
Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959)
El apartamento (The Apartament, 1960)
Uno, dos, tres (One, Two, Three, 1961)
Irma la dulce (Irma la Douce, 1962)
Bésame, tonto (Kiss Me Stupid, 1964)
En bandeja de plata (The Fortune Cookie, 1966)
La vida privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970)
Primera plana (The Front Page, 1974)
Fedora (1978)
Aquí un amigo (Buddy Buddy, 1981)

No hay comentarios:

Publicar un comentario