jueves, 28 de abril de 2011

Shakespeare. Un guionista isabelino



¿Qué habría pensado William Shakespeare, si hubiera sabido que en ausencia sería el guionista más solicitado de la historia del cine? Lo ignoro. No conocí al famoso autor inglés y, en el imposible de viajar al Londres isabelino y abordarle a la salida del The Globe, ¿qué le diría? ¿Qué soy del futuro, del presente y de mi pasado? ¿Qué en la época de la que provengo, y en otras posteriores a la suya, fue y es considerado el mejor dramaturgo de todos los tiempos? Puede que no creyese mis palabras o puede que su respuesta fuera compleja, aunque quizá fuese tan simple como mandarme a paseo o tan sencilla como decirme que escribía sus obras sin pensar en nada más que en el dinero, la fama y la aceptación del público londinense, en su mayoría burgueses y burguesas que, como cualquiera, sentían la necesidad de evadirse de su cotidianidad, y lo hacían sufriendo con sus tragedias y disfrutando con sus comedias.


Este escritor, actor y director teatral estrenó su primera obra en 1590, a la que tituló Enrique VI. Pero este número regnal nada tenía que ver con una estrategia comercial que le permitiera realizar las cinco primeras partes en caso de éxito, aunque sus Enrique IV, Enrique V, Ricardo IIRicardo III semejan testimoniar lo contrario. Lo que parece seguro es que poco después conoció al conde de Essex, quien mandó construir el teatro The Globe, del cual el poeta fue copropietario a partir del año 1599. Allí se representaron sus grandes comedias y sus famosos dramas, los mismos que tres siglos después de ser aplaudidos por el público londinense fueron adaptados por primera vez a la gran pantalla. En la actualidad, el número de adaptaciones cinematográficas y televisivas de sus obras superan el millar, siendo las primeras cortometrajes realizados en los albores del cine, el primero de ellos en 1898. Desde aquel momento, y a lo largo de los años, realizadores de diversas nacionalidades han trasladado a la pantalla las historias del dramaturgo, pero quizá sean 
Orson WellesGrigori Kozintsev, Laurence Olivier, Akira Kurosawa y Joseph L. Mankiewicz los grandes adaptadores de la obra shakespeariana a la gran pantalla.


Este cineasta estadounidense, cuyos orígenes artísticos se encuentra en el teatro, llevó a la pantalla varias de las obras del escritor inglés en Macbeth, Otelo y Campanadas a Medianoche. Otro famoso admirador del bardo británico fue su compatriota Laurence Olivier, actor y director que adaptó al autor en Enrique VHamlet y Ricardo III. Entre otros muchos que han tomado las obras de Shakespeare como fuente para alguna de sus películas, se encuentran directores tan dispares como George CukorFranco ZeffierelliAkira KurosawaRoman PolanksiRobert Wise o Kenneth Branagh. Pero ¿por qué de esta constante adaptación de sus obras a la pantalla? Los personajes de Shakespeare son universales y no presentan una condición temporal que les impida dar un salto en el tiempo, ya sea al pasado, al presente o al futuro ( ya que en cualquier época y en cualquier espacio se podría ubicar a un Hamlet o a una Desdémona). Aunque más que de personajes habría que referirse a ellos como modelos que representan el alma humana, con sus virtudes y sus defectos, lo cual resulta una fuente de riqueza para transmitir emociones, sensaciones y sentimientos como los que se observan en Hamlet, cuyo protagonista es un ser desorientado en busca de una identidad arrebatada por las circunstancias que le rodean y por sí mismo. Lo mismo se podría decir de MacBeth, que se deja arrastrar por su ambición y la de su esposa, pero el miedo se apodera de él como consecuencia de un destino que no desea y al cual teme, porque este no es más que la idea del fin. Othello es un hombre corrompido por los celos, aunque también por los malos consejos de un criado que, poseído por una envidia asesina, le obliga a actuar del modo como lo hace. En El rey Lear se observa a una familia que se deshace como consecuencia de las ambiciones desmedidas de sus miembros, lo cual permite ver la humanidad y la miseria de sus almas. En Romeo y Julieta se representa la intolerancia de una sociedad que, entre otras cuestiones, no permite la existencia del amor (quizá joven, apasionado e irreal) que surge entre la pareja protagonista. El mercader de Venecia ofrece el protagonismo a un personaje al que humillan, pero a quien necesitan, y lo hacen porque se dejan arrastrar por la ignorancia y el rencor, o que implica la necesidad de venganza del ultrajado.


Otra de las obras que se trasladó a la pantalla con acierto y éxito fue el Julio César rodado por Joseph L. Mankiewicz, admirador declarado de Shakespeare, a quien consideraba el más grande de los autores (cuestión de gustos). Esta película dramatiza los momentos previos y posteriores al asesinato del histórico general y senador romano, así como la consumación del mismo y la reacción de Marco Antonio ante el pueblo romano para reclamar venganza. Años después, Mankiewicz volvió a tomar prestado del bardo inglés en Cleopatra, superproducción que, en mayor o menor medida, bebe de fuentes shakespearianas, aunque este film también lo hace de otras fuentes literarias. También hubo espacio para Shakespeare en la animación, un ejemplo sería El rey León, y en la ciencia-ficción, de hecho, una de las producciones carismáticas de la época dorada del género, Planeta prohibido, se basó en La tempestad. Se podría continuar hablando de las películas que encontraron su origen en este autor, analista de las pasiones humanas a través de sus personajes dramáticos y también mediante los cómicos. Pero la verdadera esencia del éxito de Shakespeare como guionista involuntario reside en que, estos personajes reconocibles, dominados por la pasión (positiva o negativa) que les humaniza, son personajes para ser vistos y no leídos, por ello, sus obras son perfectas para ser llevadas a la pantalla, ya que cuando escribía lo hacía con la finalidad de ser representadas (y no leídas) ante un público que entre lloros y risas se evadía de su cotidianidad.


Algunas películas basadas en obras de Shakespeare

El sueño de una noche de verano (Max Reinhardt y William Dieterle, 1935)

Romeo y Julieta (George Cukor, 1936)

Enrique V (Laurence Olivier, 1944)

Cartas marcadas (Rene Cardona, 1948)

Hamlet (Laurence Olivier, 1948)

Macbeth (Orson Welles, 1948)

Julio César (David Bradley, 1950)

Bésame, Kate (George Sidney, 1953)

Romeo y Julieta (Renato Castellani, 1954)

Hamlet (Kishore Sahu, 1954)

Romeo y Julieta (Lev Arnshtam y Leonid Lavrosky, 1955)

Ricardo III (Laurence Olivier, 1955)

La fierecilla domada (Antonio Román, 1956)

Planeta prohibido (Fred M.Wilcox, 1956)

Otelo (Sergei Yutkevich, 1956)

El resto es silencio (Helmut Käutner, 1959)

El sueño de una noche de verano (Jirí Trnka, 1959)

Otelo (Vakhtang Cahbukiani, 1960)

Romanoff y Julieta (Peter Ustinov, 1961)

West Side Story (Robert Wise, 1961)

Noche de pesadilla (Basil Dearden, 1962)

Ofelia (Claude Chabrol, 1963)

Gamlet (Grigori Kozintsev, 1964)

Los amantes de Verona (Riccardo Freda, 1964)

Hamlet (Bill Colleran y John Gielgud, 1964)

Cuidado con Cleopatra (Gerald Thomas, 1964)

Otelo (Stuart Burge, 1965)
Llamada para un muerto (Sidney Lumet, 1966)

Romeo y Julieta (Paul Czinner, 1965)

La mujer indomable (Franco Zeffirelli, 1967)

Romeo y Julieta (Franco Zeffirelli, 1968)

Johnny el vengador (Enzo G. Castellari, 1968)

Hamlet (Tony Richardson, 1969)

Asesinato de Julio César (Stuart Burge, 1970)

El rey Lear (Grigori Kozintsev e Iosif Shapiro, 1971)

Macbeth (Roman Polanski, 1971)

Marco Antonio y Cleopatra (Charlton Heston, 1972)

Otello (Roger Benamou, 1974)

Falstaff (Götz Friedrich, 1979)

El solterón domado (Franco Castellano y Giuseppe Moccia, 1980)

Tempestad (Paul Mazurky, 1982)

Angoor (Gulzar, 1982)

Richard III (Raúl Ruiz, 1986)

King Lear (Jean-Luc Godard, 1987)

Hamlet vuelve a los negocios (Aki Kaurismäki, 1987)

Montoyas y Tarantos (Vicente Escrivá, 1989)

Enrique V (Kenneth Brannagh, 1989)

Rosencrantz y Guildenstern han muerto (Tom Stoppard, 1990)

Hombres de respeto (William Reilly, 1990)

Hamlet, el honor de la venganza (Franco Zeffirelli, 1990)

Mi Idaho privado (Gus Van Sant, 1991)

Prospero's Books (Peter Greenway, 1991)

Mucho ruido y pocas nueces (Kenneth Branagh, 1993)

El rey León (Rob Minkoff y Roger Allers,1994)

Ricardo III (Richard Loncraine, 1995)

Otelo (Oliver Parker, 1995)

Hamlet (Kenneth Branagh, 1996)

Noche de reyes o lo que vosotros queráis (Trevor Nunn, 1996)

Romeo + Julieta (Baz Luhrmann, 1996)

El sueño de una noche de verano (Michael Hoffman, 1999)

Titus (Julie Taymor, 1999)

Trabajos de amor perdidos (Kenneth Branagh, 2000)

Vuelvo a casa (Manoel de Oliveira, 2001)

Laberinto envenenado (Time Blake Nelson, 2001)

My Kingdom (Don Boyd, 2001)



2 comentarios:

  1. Sobre William Shakespeare tendría que decir que cinematográficamente me entusiasma mucho lo que realizo Orson Welles y Grigori Kozintsev aparte de los demás directores que admiro mucho. Que grato tu ensayo porque ofrece una guía para comenzar a probar del fruto de uno de los autores mas notables de todos los tiempos, autor de teatro o sea que su arte esta escrito para ser representado lo cual lo hace no perecer lo mantiene vivo. Para Harold Bloom era como un dios enviado a la tierra para despertar a los tibios mortales de su ceguera. Sin Shakespeare el mundo de la literatura no seria el mismo de eso no cabe la menor duda, adaptarlo a la pantalla de cine lo hace siempre presente, lo reafirma y no deja que se oxide en las bibliotecas, lo mantiene en un estado vivo, vigente para todas las generaciones.

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    1. Marcelo, lo que comentas sobre Shakespeare me parece muy acertado. Muchas gracias por compartirlo aquí, es un magnífico aporte al blog.

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