viernes, 3 de enero de 2025

La ladrona, su padre y el taxista (1954)


Hay encuentros que marcan o cambian las vidas de sus protagonistas. Eso le sucede a Paolo (Marcello Mastroianni), el taxista, cuando conoce a Lina (Sofia Loren), la picara, y al padre de esta: Vittorio (Vittorio De Sica). Estos dos personajes traerán de cabeza al joven conductor y se convertirán en imprescindibles para él, ya sea para sus protestas o para enamorarse. Entre ellos, se crea un lazo cómico e incluso amoroso, y tan irreal como que viven una situación de cine basada en la historia de Alberto Moravia titulada El fanático. Pero si los encuentros cinematográficos se suceden ante los ojos del público para que se desarrolle la acción, en la realidad se producen sin que apenas llamen la atención de los curiosos, salvo que se trate de un encuentro tan lucido y chispeante como el que se da cuando Alessandro Blasetti reúne a De Sica, Loren y Mastroianni en La ladrona, su padre y el taxista (Peccato che sia una canaglia, 1954). Aunque no todos fructifiquen o vayan más allá de los minutos que le siguen, el de Mastroianni y Loren fue un encuentro que duró décadas, prácticamente hasta el fallecimiento del actor. Los años, los directores, ellos mismos, los reunían y se reunían una y otra vez en los platós y en la pantalla para deleitar a sus muchos admiradores. ¿Quién que haya visto cine no les recuerda en Ayer, hoy y mañana (Ieri, Oggi, Domani, Vittorio De Sica 1963) o en Una jornada particular (Una giornata particolare, Ettore Scola, 1977)?


<<La ladrona, su padre y el taxista: ahí nació la pareja Sofia Loren/Marcello Mastroianni, una de las últimas parejas del cine. Hemos hecho juntos doce películas a lo largo de toda una vida>>, recuerda Mastroianni. (1) Y no cabe dudar de su memoria, pues la prueba esta ahí, en la pantalla en la que formaron, como dice el inolvidable actor, una de las últimas parejas cinematográficas en doce películas en común; y si le añado a De Sica, que trabajó con ellos ya fuese como director o compañero de reparto, podría decirse que se trataba de un trío inolvidable en películas como esta de Blasseti, una comedia que reunía a estos tres iconos de la cinematografía italiana, europea y mundial, por primera vez. Pero la película también cuenta con otros indispensables del cine transalpino, desde el compositor Alessandro Cicognini, que crea una partitura a la altura cómica de las situaciones, hasta los guionistas Suso Cecchi D’Amico, Sandro Continenza y Ennio Flaiano, casi nada; e incluso parece que por allí andaba Gabriel García Márquez ejerciendo de tercer ayudante de Blasetti. El trío de escritores adaptaba a Moravia, autor de quien seis años después De Sica, junto con su inseparable Cesare Zavattini, adaptaría La campesina, que contó con el protagonismo de Sofia Loren. Quizá junto con El conformista (Il conformista, Bernardo Bertolucci, 1970), Dos mujeres/La campesina sea la mejor adaptación del escritor, por encima de La romana (Luigi Zampa, 1954), de Agostino (Mauro Bolognini, 1962), de El desprecio (Le mépris, Jean-Luc Godard, 1963), del fragmento “Anna” de Ayer, hoy y mañana o de esta entretenida y divertida película que avanza alegre, canalla y desenfadada como Lina por una Roma todavía no infestada de automóviles ni de vespas, ni de turistas que ya se dejan notar en la colección de maletas del padre de la pícara seductora y en algunos de los pasajeros del taxi del primo que se enamora…


(1) Marcello Mastroianni: Sí, ya me acuerdo… (memorias) (traducción de José Ramón Monreal). Círculo de Lectores, Barcelona, 1998.

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