Salvo personajes y situaciones, poco más hay de Charles Dickens en la adaptación musical de Oliver Twist realizada por Carol Reed. Y no lo hay porque el cineasta no adapta directamente la novela, sino que adapta el libreto musical de Lionel Bart. De tal manera, las calles de Londres se transforman en otro Londres y los personajes se distancian del drama londinense decimonónico para ubicarse en su fantasía. Dudo que cualquier adaptación musical pudiese ser de otro modo; me refiero a que no perdiese la esencia del autor de Historia de dos ciudades, pues el género musical tiende a frivolizar e infantilizar y a dar prioridad al espectáculo, a los números musicales y las canciones. Quizá por tales motivos, este género cinematográfico arraigó con mayor fuerza en el país donde surgió, Estados Unidos, pero esto no quiere decir que no haya habido intentos en otros lugares. Uno de ellos es la británica Oliver (Oliver!, 1968), que parte del drama del pequeño huérfano que da título a la película para desplegar su irregular espectáculo, sin la fluidez narrativa y musical que se observa en las grandes obras del género. Resulta complicado mantener el equilibrio entre la narración y números musicales; eso está al alcance de títulos como Cantando bajo la lluvia (Singin’ in the Rain, Stanley Donen y Gene Kelly, 1952), que nace, vive y es espectáculo musical y cinematográfico sin fisuras. Aquí, los números musicales no son la “sangre” que circula para dar vida a la película, en la que sobre todo despunta el diseño de producción a cargo de John Box. No forman uno, sino dos, como los mundos que Reed expone: el inframundo de Fagin (Ron Moody), Billy (Oliver Reed) —el único personaje en quien no se encuentra ningún aspecto simpático o que genere simpatía, es el villano absoluto— y Nancy (Shani Wallis); y el prístino, armonioso y ajeno (a la realidad de fuera) barrio del señor Brownlow (Joseph O’Conor). Ambos se encuentran en un tercero: la calle donde los niños huérfanos como Oliver (Mark Lester) deambulan ejercitando su picaresca y su oficio para beneficio de un explotador y mezquino de la talla de Fagin.
A pesar de sus imperfecciones, guardo muy buen recuerdo de este musical atípico.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que es una película un tanto irregular, pero no considero que sea mala. También es cierto que, salvo momentos puntuales, no llego a conectar con ella.
EliminarSaludos.