jueves, 12 de julio de 2012

Las infieles (1953)


La impresión inicial que produce Las infieles (Le infedeli) puede inducir al error de pensar que se trata de una comedia de infidelidades o de enredo, ya que los personajes que se reúnen en la agencia de detectives, al principio del film, parecen los típicos de una comedia; sin embargo, a medida que avanzan los minutos, esa primera impresión se diluye para dejar paso al egoísmo de personajes como Giovanni Azzali (Carlo Romano), el millonario que acude a la agencia de investigación porque cree su esposa le es infiel. El encargado de encontrar la prueba de infidelidad es un tal Osvaldo (Pierre Cressoy), sin embargo, no logra ninguna evidencia de que Luisa Azzali (Irene Papas) mantenga un idilio extramarital. El informe de Osvaldo placaría la angustia de cualquier marido celoso, menos la de ese empresario que insiste en buscar el indicio de infidelidad que le permita pillar in fraganti a su esposa, para de ese modo conseguir el divorcio sin tener que darle ni una sola lira (y casarse con la adolescente que le trae de cabeza). Como consecuencia de la insistencia de Azzali, Osvaldo se compromete, siempre por dinero, a convertirse en el amante de la señora Azzali, accediendo a ella gracias a la ayuda de Liliana Rogers (May Britt), su antigua prometida, casada con un rico empresario inglés. Hasta ese momento no se ha mostrado el drama, pero sí el ambiente burgués donde sólo importan las apariencias, y donde todos parecen tener algo que ocultar, incluso Liliana, que retoma su relación con Osvaldo, a quien intenta alejar de su misión consiguiéndole un empleo y prestándole el dinero que necesita. En ese instante ya se aprecia que no queda el menor rastro de comedia, pues Osvaldo gasta el préstamo y para devolverlo, y mantener engañada a su amante, chantajea a Luisa Azzali, cuando descubre que ésta mantiene relaciones con su chófer (Carlo Lamas). A raíz del chantaje, Osvaldo se convence de que puede ganarse la vida a costa de las burguesas infieles; y como consecuencia actúa como el individuo sin escrúpulos que es, y que no desentona dentro de un ambiente donde se descubren egoísmos, prejuicios y decadencia. Las acciones del chantajista tienen consecuencias inimaginables, creadas por su amoralidad y por el miedo de aquellas mujeres con las que mantiene relaciones, tanto personales (Liliana) como de negocios (el caso de Lulla Possenti (Gina Lollobrigida), testigo presencial de la muerte por accidente de su amante, pero que decide acudir inmediatamente al teatro para guardar las apariencias). Las infieles (Le infedeli) muestra como los prejuicios, los miedos (a decir la verdad por la pérdida que ésta acarrearía) y la ambición desmedida se ceban con la única persona inocente: Cesarina (Ana Maria Ferrero), la fiel doncella de Liliana Rogers, hasta que Henry Rogers (Charles Fawcett) la acusada del robo de un valioso collar y la despide a pesar de la insistencia de su esposa, quien le encuentra una nueva casa donde servir hasta que se produce un nuevo robo. El momento más trágico del film del dúo formado por Mario Monicelli y Steno se produce en una comisaria donde la joven sirvienta sufre el acoso policial, mientas repite una y otra vez que ella no ha cometido robo alguno. Pero el miedo que le han metido en el cuerpo para lograr su confesión le sume en una desesperación tan brutal, que decide quemarse viva para no pasar por la vergüenza de ir a la cárcel. La muerte de Cesarina resulta terrible, y reafirma la falta de ética o de escrúpulos de esas personas que prefieren ocultar sus trapos sucios a costa de una inocente, siendo Liliana la única persona que muestra la valentía y valores suficientes para enfrentarse a la vileza que le rodea.

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