viernes, 12 de octubre de 2018

Yo, Tonya (2017)


Personajes que no desentonarían en 
Fargo (Joel y Ethan Coen, 1996) o en otras películas pobladas de individuos tan patéticos que semejan caricaturas o tipos irreales, los que asoman en Yo, Tonya (I, Tonya, 2017) sí recrean a seres reales con nombres propios reconocibles. La introducción de las entrevistas que se intercalan con las imágenes del pasado ya muestran que son un tanto peculiares: víctimas de su condición social, de malos tratos y de falta de formación, verdugos de sí mismos y de su entorno humano, y tarugos inconscientes de serlo. Pero ¿quiénes son? Este interrogante se esclarece a lo largo de los minutos que nos muestran la vida y las relaciones de Tonya Harding (Margot Robbie), ex-patinadora olímpica estadounidense y víctima de su madre (Allison Janney), de su (ex)marido Jeff Gillooly (Sebastian Stan), de sus decisiones y del sensacionalismo que entierra a quienes odia y ama de manera efímera a quienes alcanzan el supuesto sueño americano. Tonya es una mujer cuya existencia gira en torno al patinaje artístico sobre hielo, al que se entrega y al cual entregan desde niña sin opción a escoger, y a los malos tratos que padece en su relación materno-filial y en su matrimonio, inicialmente la supuesta vía de escape al sometimiento materno. Pero lo expuesto por Craig Gillespie en tiempo pretérito pone en duda las palabras de los entrevistados, que realzan el esperpento crítico que nos confirma que no estamos ante una biopic habitual, aunque sí cercano a la narrativa de Uno de los nuestros (GodfellasMartin Scorsese, 1990) o, más reciente en el tiempo, a la de Barry Seal: el traficante (American MadeDoug Liman, 2017), ni contemplando una loa cinematográfica a la superación que conlleva el triunfo de la protagonista, tan del gusto del público, ni ante un cuento de hadas deportivo del estilo Rocky (John G. Avildsen, 1976).


Para desvelar en la pantalla la hipocresía y engaño que se esconde detrás del “sueño”, Yo,Tonya mezcla drama, sátira, falso documental y la biografía de una mujer que ha sufrido y que apenas ha tenido elección; y cuando ha podido escoger, sus decisiones resultaron tan erróneas como su matrimonio con Jeff, el hombre tranquilo que en el presente asegura no haberle pegado y el desquiciado que la atiza en tiempo pretérito. El film funciona como entretenimiento que señala a la sociedad y a los medios de comunicación como los responsables de los males de una patinadora, mediática en su momento, que cayó en el olvido y recuperó relevancia gracias a esta película. Tanto en la relación de la patinadora con su madre y su marido como en la carrera profesional se señala el desequilibrio (interno y externo) que padece una joven que busca la aceptación a través del triunfo. De modo que el cariño que se le ha negado, pasa por obtener el éxito, tan valorado en cualquier sociedad y época. No nos engañemos, siempre se ha exigido héroes, ídolos y villanos, en este caso concreto una villana a quien primero se juzga por su imagen desaliñada (no tiene dinero para comprar los trajes de patinadora) y pendenciera (siempre pelándose con los jueces y disconforme con los valores establecidos por aquellos) y posteriormente por la agresión sufrida por su rival y compañera de selección Nancy Kerrigan (Caitlin Carver). Pero Tonya no es una villana, es una niña maltratada que sufre desde los cuatro años, una joven sin más oportunidad que patinar (lo único que sabe hacer y lo único que tiene hasta que la sentencia judicial se lo quita) que se convierte en una mujer que no esconde su decepción a la cámara que la graba en el presente, y ante la cual no duda en exponer sus miserias, su nunca pronunciado anhelo de recuperar la fama y su crítica al sistema y a la sociedad a la que acusa de generar y desear esperpentos y dramas como el suyo.

1 comentario:


  1. The best way to know storys and watch great actors working is beign able to go and see
    Peliculas.

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