Los cuatro hijos de Katie Elder (1965)
Muchos de los westerns de John Ford, Howard Hawks y Henry Hathaway tienen en común el protagonismo de John Wayne, quien, indudablemente, es uno de los grandes rostros del género, por no decir el más icónico de cuantos han cabalgado en la pantalla. En Los cuatro hijos de Katie Elder (The sons of Katie Elder, 1965) dio vida a John Elder, un maduro pistolero que, tras años de ausencia, regresa a su pueblo natal para el entierro de su madre, la mujer que da título a este espléndido film de Hathaway. Y le da título porque también ella es un personaje más, aunque en ausencia. Dicho de otro modo, la presencia de la difunta es invisible, pero siempre se palpa en el ambiente; sobre todo en la mecedora que John entrega a Mary Gordon (Martha Hyer) después de que esta les hable de su relación con la fallecida y les reproche, a los cuatro hijos, el comportamiento que les alejó de la madre. Los Elder: John, Tom (Dean Martin), Matt (Earl Holliman) y Bud (Michael Anderson, Jr.) se han reunido por primera vez en muchos años, por lo que no resulta extraño que sean unos desconocidos entre ellos, desconocimiento fruto del distanciamiento que ha provocado la pérdida del contacto y el alejamiento de la figura materna. Los vecinos del pueblo hablan maravillas de Katie, no así de su hijo John, a quien algunos juzgan por un oficio cuya herramienta principal sería ese revólver que deja en el hogar materno antes de presentarse en el pueblo para saldar las deudas de su madre. En sus visitas a los distintos establecimientos los hermanos descubren aspectos que ignoraban de la personalidad de Katie, de igual modo, también descubren aquellos relacionados con la muerte de su padre, acontecida meses atrás, cuando alguien le disparó por la espalda después de perder sus tierras en una partida de cartas. El interés del film de Hathaway no reside el enfrentamiento entre los cuatro hermanos y Hastings (James Gregory), el nuevo propietario de los terrenos, un hombre de negocios que no duda en disparar a sangre fría siempre que le beneficie; el asunto principal del film se decanta hacia la redención de los hermanos, arrepentidos ante la decepción que significaron para esa madre que parece guiar sus decisiones desde la tumba. Así pues, la venganza que pretendían en un principio se va transformando en la preocupación por el futuro de Bud, el menor de los hermanos, en quien Katie tenía depositadas las esperanzas que nunca se cumplieron en los mayores. Cuando se produce la toma de conciencia en los descarriados, estos aparcan sus diferencias y sienten la necesidad de rendir homenaje a su madre, momento en el que cobra fuerza la idea de guiar a Bud por el camino escogido por la difunta. A pesar de la primera reacción del adolescente, rechaza convertirse en alguien distinto a sus hermanos, estos hacen caso omiso de sus protestas y se conjuran para llevar a cabo el mayor deseo de la finada, que pasa por convertir a Bud en el hombre de provecho que ellos nunca han logrado ser. Pero, a pesar de que este es el verdadero eje de la película, Los cuatro hijos de Katie Elder no olvida la trama relacionada con Hastings, ya que en todo momento el film vuelve a él, ya sea al inicio cuando contrata a un pistolero (George Kennedy) para que se enfrente a John o cuando asesina al sheriff Billy Wilson (Paul Fix) para que las sospechas del homicidio recaigan sobre los Elder, y de ese modo pueda deshacerse de ellos en un final que no desmerece del resto de este magnífico western.
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