En 1974 los auténticos Bob Woodward y Carl Bernstein publicaron el libro Todos los hombres del presidente (All the president's men), en él expusieron su exhaustiva investigación del Escándalo Watergate, el cual no tardó en ser trasladado a la gran pantalla por Alan J.Pakula en una película que llevó el mismo título, y que se descubre como un interesante ejercicio de intriga político-periodística. La verdad de esta punta de iceberg, que destapó la mayor ilegalidad política de la historia de los Estados Unidos, se inicia el 17 de junio de 1972, cuando uno de los vigilantes nocturnos del complejo de oficinas y apartamentos Watergate descubre que el resbalón de la puerta se encuentra inutilizado por un trozo de cinta adhesiva que impide su cierre. Poco después la policía irrumpe en el edificio y detiene a cinco intrusos, uno de los cuales resulta ser un ex-agente de inteligencia y asesor de seguridad del comité de reelección del presidente republicano Richard Nixon. La detención de estos hombres es cubierta por Bob Woodward (Robert Redford), el joven periodista del Washington Post que une esfuerzos con su compañero de redacción Carl Bernstein (Dustin Hoffman) para destapar un escándalo sin parangón en la política estadounidense, el mismo que a la postre conllevaría la dimisión de Nixon el 8 de agosto de 1974. Los primeros momentos de la investigación no parecen conducir a parte alguna. La mayoría de los medios se desentiende de una noticia en la que Bernstein y Woodward continúan trabajando, y como fruto de su constancia empiezan a encajar piezas que son corroboradas por un informador sin identidad a quien llaman "Garganta Profunda" (Hal Holbrook). Desde el primer encuentro en la sombra entre "el ronco" y Bob, la pareja de periodistas sigue la pista del dinero con el que se financió la reelección del presidente, descubriendo un gran número de irregularidades e ilegalidades. A medida que profundizan, encuentran pruebas o escuchan los testimonios de individuos asustados, ninguno de los cuales desea ver sus nombres publicados, aquello que podría pasar por un robo aislado se destapa como un sucio asunto de escuchas ilegales en el que asoman nombres cercanos a Nixon, hecho que provoca la situación de tensión que rodea a los dos reporteros del Post. La verdad se convierte en una amenaza tanto a nivel individual como profesional, aún así, Ben Bradlee (Jason Robards, excelente en su breve pero decisivo personaje), el director del jornal, muestra un firme apoyo a sus empleados, quienes gracias a un arduo trabajo de investigación periodística, y a riesgo de sus carreras y puede que de algo más, descubren la participación en el asunto del colaborador más próximo a Nixon. De ese modo, finalmente se destapa una verdad que desvela el desvío de fondos para realizar escuchas ilegales a miembros del partido demócrata, con la intención de desprestigiar a sus líderes durante la campaña electoral; aunque se dijo que este proceder no fue de exclusividad del único presidente estadounidense que dimitió de su cargo, sí fue al único que pillaron realizándolo.
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