Tíntín es uno de esos personajes de viñeta que ha formado parte de la infancia y temprana adolescencia de millones de jóvenes de distintas nacionalidades, que han disfrutado o no con las aventuras de este intrépido, y algo listillo, reportero creado por el belga Georges Remi "Hergé" para un suplemento publicado en 1929. Un año después, en 1930, se editaría el primer álbum de los veinticuatro que componen el legado del autor original, y que han convertido al personaje en un icono del cómic. En los años ochenta Steven Spielberg adquirió los derechos cinematográficos, aunque previamente las aventuras de Tintín se habían adaptado a la televisión y al cine, en imagen real y en animación en 2D, pero dichas versiones carecieron del espectacular despliegue de medios con los que contó el realizador de Salvar al soldado Ryan. Casi tres décadas después Steven Spielberg y Peter Jackson, productor del film e hipotético director de una segunda aventura, unieron fuerzas para ofrecer una perspectiva del personaje que da un paso más hacia la ruptura de las barreras que separan la imagen animada de la real. Para ofrecer este espectáculo visual se emplearon las últimas novedades tecnológicas y un sistema de captura de movimiento similar (aunque más avanzado) al experimentado por Robert Zemeckis en Polar Express (2002), Beouwlf (2007) y Cuento de navidad (2009) o, en menor medida, al desarrollado por el propio Peter Jackson en el Gollum de El señor de los anillos y en su versión de King Kong. Quizá esa tecnología, al servicio del entretenimiento, sea lo más destacado del film, pues los avances empleados posibilitan momentos tan logrados como la fuga del barco donde se conocen Tintín y Haddock o el recuerdo que nace en la mente de este cuando, sin una gota de whisky en el cuerpo, revive la maldición invocada por Rackham "el rojo". En la serie original, Haddock no aparecería hasta la novena aventura, El cangrejo de las pinzas de oro, uno de los cómics que sirvieron a Spielberg para dar forma a esta primera película de una supuesta trilogía, aunque la mayor parte del guión se basó en El secreto del Unicornio. En Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio (The Adventures of Tintin:The Secret of Unicorn) se mezclan aventura, acción y humor desde una perspectiva más cercana a la saga Indiana Jones que a los planteados sobre el papel, aunque en ningún momento el reportero alcanza el cínico atractivo del personaje interpretado por Harrison Ford. Así pues, como aquel, el periodista se embarca en una aventura que le lleva a recorrer parte del globo, en busca de un tesoro que se oculta en algún lugar que señalan los fragmentos escondidos en el interior de las tres réplicas a escala de El Unicornio, una de las cuales, por decisiones inexplicables del destino, ha ido a parar a las manos de Tintín y a las pezuñas de su fiel Milú. De ese modo, perro y humano se sumergen en la intriga que les pone en contacto con un viejo lobo de mar que no tarda en convertirse en el más gruñón y borrachín de la familia.Y aunque las andanzas del famoso reportero y del inestable capitán Haddock no aporten nada nuevo al género de aventuras, tampoco se puede decir que el conjunto de los cómics desborden una originalidad asombrosa, no hay nada reprochable en la elección de Spielberg de dejar que sea la acción, trepidante y entretenida, la que domine en un film divertido que no plantea otro dilema que el de saber si Milú es el más inteligente de los héroes o lo es su fiel Tintín.
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