jueves, 9 de octubre de 2025

Hitler, una película de Alemania (1977)


Tal como Richard Wagner quiso hacer con la ópera, Artaud con el teatro o Jean-Luc Godard con el cine, Hans-Jürgen Syberberg busca el arte total y lo hace en una propuesta cinematográfica arriesgada y radical que da como resultado Hitler, una película de Alemania (Hitler, ein Film aus Deutschland, 1977), cuyo metraje alcanza las siete horas, que divide en cuatro partes —Hitler, una película de Alemania; Un sueño alemán; El fin de un cuento de invierno; Nosotros, los hijos del infierno—, en las que da cabida a lo que se le ocurra para acercarse a Alemania y exorcizar fantasmas del pasado y del presente. Aunque, más que exorcizar, se trata de recordar, reconocer y asumir, de mirar su historia reciente, la de un país que aceptó y siguió a Hitler como líder, y cuestionarse, reflexionarse, buscarse y mirar de cara el crimen, la locura, la culpa, pero también recordar el legado cultural de Alemania, el país que vio nacer a Schiller, Goethe, Heine, Novalis, Nietzsche y tantos otros que aportaron a la cultura europea,... Pero la película no fue bien recibida por los periodistas cuando Syberberg realizó una presentación con varios fragmentos del film, lo que le llevó a cancelar el pase previsto en el festival de Berlín. Para el cineasta era <<una decisión lógica visto el cariz que han tomado los acontecimientos>>. Probablemente, no le faltasen motivos para sentirse atacado por ser un creador cinematográfico nada convencional y suficientemente osado para asumir y abordar el cine y las películas como <<parcelas de libertad>> desde las que expresarse libremente, expresar su filosofía, su arte, sus influencias, sus gustos y disgustos.


Su Hitler no es una biopic ni un documental sobre el dictador nazi, aunque tenga de ambas, sino que este es la representación y la excusa con la que Syberberg intenta abordar la complejidad de su país, a partir de referencias culturales como el Grial, el romanticismo, la ópera de Richard Wagner, la Melancolía de Durero, el circo (influencia de Ophüls y su Lola Montes) o el propio cine —con referencias que van desde los albores (Thomas Edison y Georges Méliès) hasta Chaplin, pasando por Robert Wiene, Eric von Stroheim, Fritz Lang, Sergei Eisenstein, Murnau o Leni Riefenstahl—, valiéndose también de proyecciones, fotografías, discursos, monólogos, marionetas, pues tal vez eso seamos manejadas por manos invisibles, actores que representan varios personajes, porque nadie escapa a ser varios rostros, incluso contrarios o contradictorios, entre ellos se encuentra el del dictador latente, de reflexiones y los silencios de una niña que hablan más que callan. La película está repleta de simbolismos, de una ruptura consciente con el cine imperante en un momento en el que el cine y el resto de medios culturales había caído en un pozo de mediocridad (y ahí continúa, ahondando en él) que parece entusiasmar al público mayoritario, que probablemente rechazase un film como este o como otros de Syberberg, por ejemplo los otros títulos que completan su mirada a Alemania. Pues, para el cineasta, de eso se trataba: de abrir los ojos y destaponar los oídos, de hacer un cine que expresase, que se saliera de la norma, de la inmovilidad, del no cuestionarse o del decir nada. En su escrito del 20 de junio de 1977, Syberberg se pregunta, después del ataque a su película, <<¿para quién, sino para Alemania, se hacen esos filmes, con todas sus referencias y tradiciones, su culpa y su sufrimiento?>> Su cine no es de fácil digestión, y Hitler, una película de Alemania no es ligera, al contrario, pero resulta toda una experiencia audiovisual e imaginativa, así como un alarde de libertad creativa… el pero, que quizá quiso abarcar demasiado y, a veces, hay que saber desprenderse o sacrificar una parte del todo pretendido para crear una obra total; más de haberlo hecho, no sería un auténtico romántico, aquel que lleva su arte y a su yo creador (cuando no a sí mismo) a cotas extremas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario