miércoles, 15 de febrero de 2023

Undercover (1942)


Del cine de propaganda bélica producida por Ealing Studios durante la Segunda Guerra Mundial, Undercover (1942) es la única que no tiene a los británicos como protagonistas. Los héroes de esta segunda y última película dirigida por Sergei Nolbandov son yugoslavos. En concreto, la familia Petrovich: padre (Tom Wells) y madre (Rachel Thomas), dos hijos: Stephan (Stephen Murray), prestigioso cirujano, y Milos (John Clements), oficial del ejército yugoslavo, derrotado al inicio del film, y una nuera, Anna (Mary Morris), casada con el segundo hijo y profesora en la escuela del pueblo. De un modo u otro, son miembros de la resistencia. Es decir, cada uno resiste y se enfrenta al invasor hasta las últimas consecuencias, pues luchan por su hogar, por sus raíces, por su libertad. Es una guerra que implica a todos: hombres, mujeres, niños. No hay más campo de batalla que el país entero, sea en los pueblos y montes donde la guerrilla golpea al invasor o en las ciudades donde, entre las sombras, se infiltran individuos como el doctor, que se gana la confianza del general von Staengel (Godfrey Tearle), el gobernador militar alemán.



Por su parte, Milos, teniente yugoslavo, asume el mando de un grupo de partisanos y realiza acciones de guerrilla, responsabilidad que le aparta de Anna, que resiste la brutalidad del invasor que pretende sonsacarle información sobre el paradero de su marido. Con la ayuda de los niños de la escuela, logra escapar y puede reencontrarse con Milos, uniéndose a la lucha armada, pero los pequeños héroes que la ayudaron sufrirán las consecuencias de su valerosa acción. La represión es brutal y el coronel alemán (Robert Harris) obliga a Petar —con este papel, Stanley Baker debutaba en el cine— a ser testigo de la ejecución de sus compañeros, para darle una lección que no olvide mientras viva. La primera reacción de los guerrilleros es la de vengar a los niños. El padre de los Petrovich defiende esta postura, quiere venganza inmediata, pero Milos pide paciencia y disciplina e impide que los voluntarios se precipiten en sus ganas.



Undercover inicia su recorrido en la primavera de 1941, previo a que el ejército alemán ocupe el país, en un instante en que los yugoslavos sospechan que el conflicto es inminente. Se está celebrando el aniversario del matrimonio Petrovich, pero la fiesta se ve ensombrecida por aviones alemanes que la sobrevuela y arrojan octavillas, que indican que se unan a ellos, que sus líderes les han traicionado. Obviamente, la treta propagandística no funciona, como corrobora la siguiente escena, formada por imágenes de archivo en las que se bombardea y destruye una ciudad. La trama avanza y se confirma la ocupación alemana de Yugoslavia, gobernada por un general que pretende someter el país corrompiendo a sus líderes con dinero y privilegios. Así entra en contacto con el doctor Petrovich, quien poco después se gana su confianza al salvarle la vida tras sufrir el impacto de una bala. Stephan lo hace porque comprende que si deja morir al general será peor para el pueblo; sabe que en caso de muerte, habrá represalias. Además, necesita mantener su tapadera para continuar informando a su hermano, que dirige a un grupo de hombres y mujeres, incluso niños, que aprenden a luchar y a resistir las duras condiciones a las que se ven obligados; condiciones que chocan con las que se intuyen del nuevo jefe de estación del pueblo, el antiguo operario ferroviario que ha visto como la llegada de los alemanes eleva su condición laboral. Entre su tono propagandístico y los dos espacios en los que se mueven héroes y heroínas, Undercover avanza por la lucha al tiempo que envía su mensaje de resistencia y sacrificio a la población inglesa, que si bien no sufrió la presencia de un ejército de ocupación en su territorio, sí padeció los constantes bombardeos que preparaban una invasión que no se produjo.




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