jueves, 5 de enero de 2023

Don Quijote de Orson Welles (1992)

Recordaba Jesús Franco que Orson Welles decía que <<para trabajar en el “showbusiness” no es necesario estar loco, pero ayuda muchísimo.>> (1) En realidad, no se trata de locura psicológica, sino de la necesidad natural del espectáculo y del exhibicionista, también la del arte y la del artista, en el caso de Welles, el ilusionista y el cineasta, que le obliga a alejarse de la normalidad establecida. De ese modo, por tener algo que decir, expresar, mostrar, insinuar, y para hacerlo del modo que bulle en su mente, se embarca en aventuras quijotescas, ya fuesen íntimas o grandes empresas como las emprendidas a lo largo de su carrera profesional. Este personaje, pues Welles lo era, conocedor de Shakespeare, Kafka, Cervantes, Goya, posiblemente, soñase pasar a la historia como uno de sus grandes creadores. De hecho, ha logrado estar en lo más alto del medio que escogió para expresarse, para hacerse el loco, para lanzarse sin red en busca de la obra cinematográfica perfecta, la que a él le satisficiese, la que le permitiese soñar un cine más grande que la vida. Pero, para ello, tendría que haber superado mil muros que ascendían verticales, contra los que Welles chocaba prácticamente desde sus comienzos cinematográficos. El director de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) es sobradamente conocido por sus películas, por sus choques con la industria, por las múltiples apariencias por él asumidas en público (declaraciones, actuaciones, provocaciones,…), tras las que escondía otros rostros, y también por sus derrotas: aquellos films que emprendió con ilusión y no pudo concluir.

Quijotesco como el que más, salvo que ese más sea don Quijote, Welles emprendió la adaptación de la novela de Cervantes cual caballero andante, es decir, sin saber muy bien hacia dónde se dirigía en su lucha contra gigantes económicos que le impidieron la victoria y alcanzar la meta de ver realizada una película única, inspirada en una novela única, pero que no pretendía ser una adaptación de las andanzas del hidalgo manchego y cervantino, <<sino un ensayo sobre España.>> (2) No obstante, en cuanto podía regresaba al rodaje de ese film que empezó a rodar en 1956 y que continuó filmado (cuando buenamente podía) hasta la década de 1970 (1972), un film del que podemos hacernos una idea gracias al montaje supervisado por Jesús Franco, asistente de Welles, y producido por Patxi Irigoyen en 1992. Pero lo que vemos en Don Quijote de Orson Welles (1992), probablemente, no es ni remotamente la idea final que podría tener el ilusionista de Fraude (F for Fake, 1973) —el último film concluido por Welles—, puesto que ni él mismo estaría seguro de los caminos a recorrer, como parece dejar claro los cambios en la historia que fue introduciendo a lo largo de los años. Su Don Quijote lleva a la España de la segunda mitad del siglo XX a Quijote (Francisco Reiguera) y Sancho (Akin Tamiroff) con lo que demuestra que ambos personajes son anacrónicos y a la vez contemporáneos de cualquier época, es decir, son modernos. Por otra parte, Quijote es un personaje antagónico a cualquiera que sea el orden dominante, en el caso del interpretado por Reiguera, al franquismo, puesto que el caballero cervantino, también el de Welles, es un neurótico y soñador que ni encaja ni acepta la normalidad y el orden sobre los que se sustentan los totalitarismos. Quijote es intemporal, es indiferente que recorra La Mancha del siglo XVII que la segunda mitad del XX. En cualquier época es un transgresor y al tiempo un iluso, quizá para ser lo uno hay que ser lo otro. Sencillamente, se niega a dejar de ser individuo en entornos en el que prevalece el pensamiento único; el buen hidalgo rechaza perder sus ilusiones, se aferra a soñar su realidad, la que percibe, no la que le indican.


(1) Jesús Franco: Memorias del tío Jess.

(2) Citado en Peter Biskind: Mis almuerzos con Orson Welles. Conversaciones entre Henry Jaglom y Orson Welles (traducción de Amado Diéguez Rodríguez).

2 comentarios:

  1. Hola, Antonio (y feliz año nuevo):

    Aunque Welles acarició proyectos realmente arriesgados a lo largo de su carrera (como éste que hoy comentas), me da a mí que Jesús Franco fue un personaje todavía más quijotesco.

    Saludos.

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    1. Hola, Juan, feliz año.

      Sí, ciertamente, Jesús Franco fue todo un personaje quijotesco.

      Saludos.

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