domingo, 5 de junio de 2022

Algo diferente (1963)


El primer largometraje de Vera Chytilová detalla dos vidas, estableciendo diferencias evidentes y similitudes no tan visibles que las enlaza en existencias paralelas en las que ambas viven atrapadas. La directora checa agiliza las monótonas cotidianidades mediante el uso del montaje y de la música, sobre todo la que acompaña a Vera (Vera Uzelacová), evitando de ese modo contagiar a las imágenes la sensación que comparten esas dos mujeres que, en apariencia, nada tienen en común y que nunca llegan a verse. No las contagia, pero sí las transmite. Las emociones y sensaciones asoman desde los primeros minutos de Algo diferente (O nečem jiném, 1963), los cuales sirven para que Chytilová presente a sus dos protagonistas, quienes, como apunto arriba, no se conocen y en apariencia son antagónicas. Eva (Eva Bosáková), gimnasta campeona olímpica en Roma 1960 y oro en los mundiales de Moscú (1958) y Praga (1962), lo sacrifica todo por la competición —incluso asume un instante de violencia física acordada como medio de motivación—, igual que Vera sacrifica su vida por el cuidado de su familia y de su hogar, pero, aparte de las similitudes y de que ambas están atrapadas, hay una diferencia evidente entre ellas. La primera persigue un objetivo, mientras que la segunda vive sujeta al único objeto en el que se ha convertido su vida. Chytilová muestra al ama de casa en sus quehaceres diarios, limpiando y fregando, cuidando a su hijo, a veces simpático, otras insoportable, y su relación marital, en una monotonía que apunta incomunicación y distancia en la pareja. Queda establecido que el ser ama de casa es un fin en sí mismo, al tiempo que implica la esclavitud de la que Vera cree escapar al iniciar su relación de infidelidad. Pero solo es una fuga momentánea, no una ruptura que la libere, como se apunta en sucesivos encuentros (que parecen ser el mismo) o al escuchar la confesión de su marido, que le dice que la engaña y que quiere el divorcio al que ella se niega, llorando y exigiéndole que se quede a su lado y al de su hijo. ¿Que iba a hacer sin su familia y sin su rutina, sin lo único que conoce? Vera no piensa en la posibilidad de reinventarse, algo que sospecho sí  hace Eva cuando, después de competir y subir a la soledad de lo más alto de podio, parece preguntarse ¿y ahora qué? Consciente de su retiro deportivo, su respuesta son las imágenes finales de este film que transita entre sus imágenes cercanas al documental, sobre todo en Eva, y la imposibilidad de romper con la cotidianidad que resta a las protagonistas el ser más ellas mismas.




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