miércoles, 4 de mayo de 2022

La frágil voluntad (1927)


El titulo original Sadie Thompson no engañó a los mandamases de Hollywood, como demuestra que enviasen por escrito su disconformidad cuando conocieron la intención de Gloria Swanson de trasladar a la gran pantalla Lluvia, obra teatral de John Colton y Clamence Randoph —en 1932, Lewis Milestone filmaría su versión de la misma—, que a su vez adaptaba el relato La frágil voluntad, de William Somerset Maugham. El rechazo a adaptar ambas obras obedecía al acuerdo de autocensura entre los magnates de los grandes estudios cinematográficos, quienes habían acordado poner en marcha, junto a la oficina del antiguo líder republicano William Hays, desde 1922 presidente de la MPAA (Asociación de Productores y Distribuidores), un conjunto de normas todavía no escritas que a la postre sería el origen del Motion Picture Production Code; dicho de otro modo, el código que oficialmente controló la moral cinematográfica de Hollywood desde 1934 hasta su desaparición en 1967, para así evitar las censuras externas, fuesen gubernamentales, eclesiásticas, puritanas o de las ligas de decencia que proliferaban en mayor número que las deportivas. En definitiva, si había que censurar mejor que fuese desde dentro, y antes de empezar a gastar en películas que luego correrían el riesgo de ser boicoteadas por cualquiera que tuviese suficiente poder para hacer peligrar los beneficios de su lucrativo negocio cinematográfico —por entonces tanto la producción como la distribución y la exhibición estaban en manos de los grandes estudios; es decir, controlaban un monopolio que duraría hasta 1948, cuando una sentencia judicial de un juez del Supremo les fastidió el chollo. Pero el enfado no solo obedecía al incumplimiento de ese acuerdo por parte de la actriz (con quien tampoco habían contado ni acordado), sino a que Swanson había tomado la iniciativa y, por tanto, pasado por encima de ellos.



Probablemente, habría otros motivos además del señalado, ya que en la industria de Hollywood todo, moral incluida, gira en torno a los beneficios. Esta realidad apunta un posible interés por parte de los estudios de llevar a la pantalla un film como el pretendido por la actriz —en una biografía de la estrella1 se apunta que uno de los estudios estaba dispuesto a pagar a Maugham para que escribiese la segunda parte de La frágil voluntad. Era presumible que el revuelo generado por el film se tradujese en publicidad y en imán que atraería al público. La actriz, ya desvinculada de Paramount, donde había alcanzado el estrellato protagonizando las comedias matrimoniales de Cecil B. DeMille, se había convertido en productora independiente y necesitaba un éxito que afianzase su aventura empresarial en un terreno que, salvo excepciones como Clara Kimball YoungMary Pickford, era de exclusividad masculina. Pero Gloria Swanson también quería interpretar un personaje que elevase su categoría dramática y ninguno mejor que Sadie Thompson, como confirman las imágenes del film que puso en manos de Raoul Walsh, quien aceptó de inmediato —<<No lo dudé un instante, le dije que estaría allí en poco tiempo>>—2 y de quien ella esperaba (y consiguió) uno de sus mejores títulos silentes y una de las últimas grandes obras del periodo mudo hollywoodiense. Superadas las diferencias con los magnates, según cuenta Tricia Welsch en su biografía de la actriz,1 gracias al apoyo de Marcus Loew (fundador de MGM) y a la sutileza con la que trató el tema con Hays, y asumiendo el sobre coste derivado del aumento en precio de los derechos exigido por Maugham y el gasto inesperado que supuso el cambio en la dirección de fotografía —entre la salida de Georges Barnes, reclamado por Samuel Goldwyn, hasta dar con Oliver T. Marsh, se probaron varios operadores—, la actriz y productora logró llevar a cabo su proyecto contando con la dirección, el guion y el coprotagonismo de Walsh, aunque el principal coprotagonista fue el también inolvidable Lionel Barrymore, que dio vida al deseo reprimido y a la intolerancia.


<<Una historia titulada “Miss Thompson”, de Somerset Maugham, había llamado mi atención. Se había estrenado como obra teatral bajo el nombre de Rain, pero tenía cualidades para convertirse en un éxito cinematográfico. Lo único que requería era una buena dirección y una protagonista capa de dar el pego como prostituta. ¿Conseguiría de Gloria esa transformación?>>


Raoul Walsh2


Ambientada en Pago Pago, la isla de los mares del sur que el prestigioso decorador William Cameron Menzies recreó en California —<<Los decorados serían obra de William Cameron Menzies, quien había trabajado para mí con anterioridad en El ladrón de Bagdad, realizando un excelente trabajo>>,2 recuerda Walsh en sus memorias—, La frágil voluntad (Sadie Thompson, 1927) se abre con la presentación de sus personajes principales, que llegan a la pequeña isla en el mismo barco. Con la excusa de firmar el libro de autógrafos del capitán en la cubierta, Walsh aprovecha para definir a sus personajes en las dedicatorias. Así, Alfred Davidson (Lionel Barrymore) firma <<la puñalada de una reforma es la única esperanza de un mundo de pecados enfermizos>> y su mujer (Blanche Friderici) escribe <<un hombre honrado no dudará en denunciar el mal>>. La cámara abandona a este matrimonio reformador, intolerante y reprimido y muestra al doctor Angus McPhail (Charles Lane), quien también firma por su mujer (Florence Midgley) y presume en su dedicatoria que <<la tolerancia es una virtud maravillosa, es una lástima que solo unos pocos la tengamos>>. Es posible que sea tolerante, pero llegado el momento no hará nada por apoyar y defender a la joven de vida alegre cuya filosofía vital, <<sonríe Bozo, sonríe ya que no importa lo duro que haya sido hoy, mañana será peor>>, la escribe en el cuaderno del marino. Definidos así, cada uno de estos personajes deja clara su postura vital, siendo la de Sadie vivir el momento sin pensar en un mañana que no mejorará su situación. Esa certeza la convierte en una mujer que busca divertirse y que acepta divertirse con cualquiera, aunque en la isla intima y se enamora del sargento O’Hara (Raoul Walsh), quien no la juzga e intenta ayudarla, pero su naturaleza alegre y despreocupada también la sitúa en el punto de mira y del acoso del reformista que la denuncia por prostituta, el mismo hombre que la desea y al tiempo la juzga y repudia, porque le despierta la pasión carnal contra la que predica y no tolera.



1.Welsch, TriciaGloria Swanson (traducción Roser Berdargué). Circe ediciones, Barcelona, 2014.


2.Walsh, RaoulEl cine en sus manos (traducción Francisco Delgado). Ediciones JC Clementine, Madrid, 1998.




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