<<Cuanto más observaba a este hombre, más me gustaba. Cada día descubría en él nuevas cualidades. Antes, yo había pensado siempre que el egoísmo es propio del hombre primitivo, y que los sentimientos de humanidad eran solamente inherentes a los hombres civilizados. ¿No estaría equivocado? Con estos pensamientos, me rindió el sueño hasta la mañana siguiente>>
Vladimir Arseniev: Dersu Uzala.
En la primera parte de su libro, el capitán Vladimir Arseniev escribe su inesperado encuentro con Dersu Uzala, el cazador de etnia gold que conoce mientras explora la región del Ussuri, en el extremo oriental de Rusia, y con quien establece lazos de respeto, admiración y amistad. El explorador y militar escribe sus experiencias en 1923, quince años después del fallecimiento de su amigo, pero, a diferencia de su texto, la adaptación que Agasi Babayan realiza de Dersu Uzala en el film homónimo, y su primer largometraje, se inicia en la primavera de 1908, en un instante fruto de la sorpresa y el dolor que Arseniev (Adolf Shestakov) siente cuando recibe la noticia de que un hombre ha muerto en la taiga. El impacto que le supone descubrir que el fallecido es su amigo, y la aflicción posterior, precipitan la evocación y que la historia fílmica retroceda al momento en el que se conocieron. En 1902, el capitán ruso se encontraba realizando un estudio de la zona del Ussuri, con la intención de cartografiarla, pues en ese instante sería una región desconocida para la llamada civilización. Como cartógrafo y naturalista, a Arseniev le interesa describir en su libro el espacio que también conquista a Babayan, que toma momentos descritos por el explorador y escritor nacido en San Petersburgo y los sintetiza en un único encuentro. Esa es la elección del cineasta armenio para realizar su adaptación, a partir del guion de Igor Bolgarin, pero no llega a ser una obra plena, como sí lo es el Dersu Uzala (1975) que Akira Kurosawa rodaría la década siguiente. Ya no se trata de si es o no una buena adaptación de la obra que la inspira, sino de que el resultado es irregular, ya que se compone de retales (de hechos e instantes) que no forman una unidad narrativa que fluya como un todo. La versión de Babayan olvida la dimensión humana de los personajes o no logra aprehender el alma de Dersu ni de la taiga, a pesar de desarrollarse en la naturaleza. Aunque la acción transite por ríos, selvas, montañas, le falta naturalidad; y a sus protagonistas, quizá, mayor veracidad emocional. Ninguno de los dos personajes parecen vivir la amistad que les une y que nace del conocimiento, del respeto y de las aventuras que comparten en el espacio selvático donde el oficial ruso y el cazador se estiman y colaboran, a veces como alumno-maestro y otras como iguales, y donde Dersu se siente en casa, porque la selva es su hogar, el lugar que le permite sentirse ya no libre, sino sentir que forma parte de ese medio que conoce y estima desde la cuna.
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