martes, 31 de mayo de 2022

Mihura y la invención de Madrid


Siempre he sentido curiosidad por el nacimiento de las ciudades, y buscando en los orígenes de algunas encontré explicaciones en las narraciones de Italo Calvino, en los aullidos de una loba capitolina, en el silencio de aquel ermitaño que, paseando por tierras que habían pertenecido a la legendaria reina Lupa, dijo verse sorprendido por luminarias que le señalaban el final del Camino; o mismamente en la sincera confesión que Miguel Mihura ofrece en Mis Memorias sobre la invención de Madrid. Las palabras del fundador y director de revista La codorniz quizá no detallen con exactitud la creación de la ciudad que le vio nacer, culpa de la memoria, que todo lo cambia e inventa sin aviso y, por tanto, sin culpa del sujeto que la porta confiado. Pero no vayamos a hacer de ello un drama, mejor aceptar que lo que es, quizá no lo sea tanto; y lo que no es, quizá tenga su razón de ser o no ser, sin que el danés shakespeariano venga a cuento. Mihura dice que cuando estaba a punto de nacer, <<Madrid no estaba inventado todavía, y hubo que inventarlo precipitadamente para que naciese>>. Había decidido nacer en Madrid, y ya se sabe como se ponen algunos cuando deciden algo. La explicación que da es de una lógica aplastante, si aceptamos que tomar el aperitivo va en los genes de los Mihura y de millones que también lo disfrutamos aun a riesgo de que nos de la media tarde sin haber comido más que cuatro olivas, unas patatillas o algo de fiambre y queso. El escritor ofrece su porqué: <<porque pensé que era el sitio que me cogía más cerca del bar Chicote. Hubiera podido nacer en Burgos, o en Sevilla, sin ningún esfuerzo, porque ambas capitales estaban terminadas ya; pero esto me hubiera pillado muy lejos para ir a tomar el aperitivo, y entonces no había trenes, ni taxis, ni tranvías, como ahora>>. Mihura lo tenía decidido, nacería en Madrid y Madrid tendría que nacer para acogerlo. Y así fue, el futuro miembro de la Real Academia se salió con la suya. Además, uno no nace sino el la ciudad que se construye para sí, puesto que antes, para el recién nacido, no existe ni él ni la conciencia de cualquier existencia previa a la toma de conciencia.


El autor de
Tres sombreros de copa se sincera en sus valientes memorias y explica que  <<La ocurrencia de inventarlo fue de un pastor, llamado Cecilio, que una tarde, cuando paseaba por el campo llevando en brazos a sus ovejas y meciéndolas maternalmente, como entonces hacían los pastores, vio un gran terreno, todo lleno de hoyos, de agujeros, de escombros y de montoncitos de arena.

—Aquí se podría hacer Madrid, para que naciese el señor Mihura y ese otro señor bajito, que nunca me acuerdo cómo se llama, y que también quiere nacer en Madrid —pensó Cecilio.


Y llamó a gritos a otro grupo de pastores, amigos suyos, a los cuales les comunicó su idea, que a todos les pareció maravillosa.


—Efectivamente —dijeron—, Madrid no está inventado todavía y sería un buen negocio inventarlo, porque a la gente lo que le gusta es vivir en Madrid y dejarse de estar en provincias, paseando como una tonta por la calle Nueva o por el Malecón, y venga a bostezar.


—¿Pero no costará demasiado caro? —expuso una oveja, inocente, blanca, llena de ricitos, y con su femenino sentido del ahorro.


—Nada de eso —afirmó Cecilio—. Lo difícil de Madrid es hacerle los agujeros, los hoyos, las cuestas y los montoncitos de arena. Pero como el terreno ya los tiene, lo demás no será complicado.


Y después de discutir sobre otros extremos, aquellos pastores fundaron la “Sociedad Anónima de Pastores Reunidos para la Construcción de Madrid y sus Alrededores”>>*


Y así, con la llegada de hombres y mujeres de todos los rincones de España se iniciaron las obras de Madrid, que concluyeron a tiempo para el nacimiento de Mihura, en un ejercicio de puntualidad que provocó que varios victorianos y eduardinos que pasaban por allí envidiasen la precisión temporal de aquellos pastores alfonsinos obligados a ser promotores urbanísticos por la llegada de Mihura y de aquel otro señor bajito, que ahora que lo pienso tampoco recuerdo su nombre.



*Entrecomillado: Miguel Mihura, Mis Memorias.

2 comentarios:

  1. La boutade de Mihura a propósito de la invención de Madrid, recuerda un poco al chiste de Gila: "Cuando nací, mi madre no estaba en casa". Ambos pertenecen, de hecho, a la misma generación de humoristas.

    Saludos.

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    1. Otra genialidad, de otro humorista genial. Gracias por recordarla y recordar a Gila.

      Saludos.

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