martes, 15 de junio de 2021

Biotaxia (1967)


La mera existencia de un cineasta como José María Nunes en el franquismo o en cualquier otro ismo, época o lugar, resulta de por sí una subversión sana y muy humana. Nunes no pretendía ajustarse a las modas cinematografías ni plegarse a las exigencias del sistema. Sus negativas naturales, obedecían a su forma de ser, lo convirtieron en un director marginal y su personalidad y sus ideas hicieron de él un cineasta único y su obra inclasificable, por mucho que se le asocie con la Escuela de Barcelona, momento cinematográfico en el que se inscribe Noche de vino tinto (1966) y Biotaxia (1967), siendo la primera uno de los títulos seminales de este efímero período barcelonés del que formaron parte Jacinto Esteva, Ricardo Bofill, Carles Durán, Pere Portabella y Joaquim Jordá, entre otros representativos de la EB. Tampoco fue un realizador que transitase por los géneros, aunque No dispares contra mí (1961) asume características de cine negro. Su cine es más experimental y existencial, quizá el título Sexperiencias (1968), película que rodó sin los permisos oficiales correspondientes, apunte esa mezcla de experimentación y existencia. Nunes era un tipo de cineasta que experimentaba al tiempo que intentaba transmitir tanto su curiosidad como su pensamiento libre y anárquico, un pensamiento ante todo humano. Lo dicho explica, en parte, que a día de hoy su obra permanezca oculta o se haya convertido en tránsito para una minoría quizá demasiado minoritaria. No obstante, quien tenga la osadía de revisar o descubrir su obra, se encontrará Mañana (1957), donde su sensibilidad y humanismo se unen para crear sueños, música y poesía.


Siempre radical y osado en su recorrido y en su experimentación cinematográficas, Nunes realizó Biotaxia como un film de rostros y pensamientos audibles que estudia la relación de las dos voces protagonistas, voces que se escuchan sobre imágenes que prolongan, aceleran o juegan con la noción lineal de tiempo, acompañadas por música jazz y con Barcelona como escenario de un tránsito rupturista por una relación hombre-mujer que evoluciona y madura la expuesta en Noche de vino tinto. Ambos títulos tienen en común que se asocian a la Escuela de Barcelona —más allá de las interpretaciones de Joaquim Jordá y Carles Durán y de la actriz Romy—, la iluminación y fotografía de Jaume Deu Casas, el recorrido urbano y la reflexión de una pareja que busca crear un universo nuevo, posibilidad que existe mientras dure la ilusión que les hace olvidar que viven atrapados en el viejo. El cine de Nunes no pretende ruptura por ruptura, no se trata de un capricho ni de una pose. Es su manera de romper el orden y el aburguesamiento que por ejemplo sufre la protagonista en su matrimonio, que nunca se ve en la pantalla, pero del que escuchamos que se ha convertido a algo similar a la distancia. La protagonista, espléndida Nuria Espert, transita por sí misma, por los tiempos que la atrapan, por la soledad matrimonial y la búsqueda del amante (José María Blanco, como Pablo Busoms) con quien siente recuperar la vitalidad que se ha ido apagando en su cotidianidad…



2 comentarios:

  1. ¡Hombre, Antonio! ¡Qué alegría que hables de Nunes! Cineasta intrépido donde los haya. A José María Blanco, protagonista masculino de Biotaxia, me lo encontré por la calle hará cosa de dos años y estuvimos un buen rato charlando.

    Gracias por darle visibilidad a la obra de un director tan genial como inédito para el gran público.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas

    1. ¡Tienes parte de culpa, Juan! Las entradas de estos últimos días de tu blog, en las que comentas la filmografía de Nunes, me recordaron que le debía una (y más que llegarán).

      Saludos.

      Eliminar