jueves, 22 de octubre de 2020

Ready Player One (2018)


Hay quien encuentra diversión en mirar una pared en blanco, pues es un muro a pintar, y hay a quien le resulta imposible encontrar entretenimiento en películas que apenas sufren variaciones respecto a tantas otras historias de personajes y situaciones que parecen cortados por el mismo patrón. Son fruto de una industria que juega sobre seguro, aunque en ocasiones salte la sorpresa y pierda una fortuna. También puede suceder que escape de la norma y nos ofrezca magníficas películas, pero no considero que este sea el caso de Ready Player One (2018), un producto destinado a un amplio sector de consumidores que pueden encontrarlo entretenido. Lo celebro, pero tras la apariencia ¿qué queda? ¿Dos horas de intentar rellenar un vacío con tópicos y efectos especiales? Como cualquiera, me gusta el engaño de la irrealidad o fantasía prometida por el cine, pero no simpatizo con la ausencia que se esconde detrás de artificios, envolturas, superficialidad y moda. ¿Necesitamos volver una y otra vez sobre el mismo esquema de entretenimiento? Eso parece. La población de los centros comerciales lo busca, los productores lo ofrecen y películas como Ready Player One lo dan a cambio de unas monedas, quizá una ofrezca vida extra o sorprenda con una gran película.

Pero no es el caso de esta distopía de Steven Spielberg, que apuesta por la tecnología y la cercanía con el presente —un entorno conectado que ha perdido el contacto y su conexión con el espacio real— para dar forma a sus dos mundos, el físico y el virtual. El realizador desarrolla, sin salirse de los límites de lo ya transitado por él y por otros, la historia de buenos y malos, el sota, caballo, rey en el que los primeros luchan por la libertad de su Oasis. ¿Pero de qué libertad me habla Spielberg? ¿Y de qué vergel en medio de qué desierto? En realidad, la película quiere ser moderna volviendo su mirada hacia el pasado, pero solo consigue ver el mito de una cultura de consumo que el propio director ayudó a asentar. Lo prioritario de este tipo de película es que sea un éxito de taquilla, pues alguien como Steven Spielberg necesita seguir siendo rentable, para así poder embarcarse en proyectos más sustanciales, como El puente de los espías (Bridge of Spies, 2015) o Los archivos del Pentágono (The Post, 2017). Spielberg borda este tipo de cine infantil y juvenil o cine destinado al público infantil de cualquier edad. Parece que enciende el motor, pisa el acelerador de partículas de flujo y deja que la acción se traslade a una vía muerta, transitada con anterioridad, una que todos conocemos y que a algunos puede cansar recorrer. ¿Le cansa también a él? Lo ignoro, pero lo que propone provoca reacciones dispares, según el tipo de público: conexión y ritmo, para quien la descubra novedosa; y aburrimiento, para quien encuentre repetición, doble ración de tópicos y las mismas pautas que se descubren en tantas películas que emplean los efectos especiales para ofrecer un atractivo inexistente en tramas y personajes.


Seguramente, Ready Player One haga las delicias de niños y niñas de once años; agrade é incluso fascine a forofos ochenteros y a fanáticos del cine más comercial de aquella época. Quizá todos encuentre entretenimiento, puede que incluso haya quien vislumbre el no va más o innovación en la ciencia-ficción cinematográfica. Pero solo es tecnológica, en cuanto a contenido es una apuesta segura, una más entre tantas, una que no sale de la línea “soy un héroe sin buscarlo y pongo fin a los malos aunque no tenga los recursos, pero tengo colegas que serán mis mejores aliados...“ No puedo negar que su inicio conecta con mi yo de ayer. El Jump de Van Halen me conquista y llena mis oídos, pero eso es todo amigos! Puesto que estamos en 2045 y el mundo está controlado por una gran corporación. Las diferencias sociales son las que son en tantas películas de ciencia ficción y en la realidad mundana. El héroe y la heroína son dos adolescentes, tienen amigos de todos los gustos y colores, y juntos recorren un nuevo Oz sin h y sin martillo, pero con un dictador que desea todo para él...

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