lunes, 22 de agosto de 2011

Ser o no ser (1942)



Su talento, su elegancia y su famoso "toque Lubitsch" forman parte de cada plano de películas como Un ladrón en la alcoba (Trouble in Paradise, 1932), La octava mujer de Barba Azul (Bluebeard's Eighth Wife, 1938) o Ninotchka (1939) y, cómo no, de esta brillante sátira repleta de personajes inolvidables y de momentos a cada cual más hilarante, momentos que hacen reír al tiempo que muestran la total disconformidad del cineasta de origen alemán hacia la locura que significó el nacionalsocialismo. Como consecuencia, en Ser o no ser (To Be or Not to Be, 1942) no solo se descubre una magnífica comedia, un guiño a la libertad y a la fraternidad, sino una profunda reflexión sobre lo que estaba sucediendo en el mundo. Desde la pluma de Shakespeare, Greenberg (Felix Brassart), uno de los actores de la compañía, hace suyo el monólogo de El mercader de Venecia para enfatizar el derecho a la igualdad entre todos los seres humanos, un mensaje que en Ser o no ser se expone desde las ingeniosas y delirantes situaciones que le dan forma y del doble sentido (muy directo) que se burlan sin disimulo del régimen político que invade la Polonia de los Tura. Además de matrimonio, Joseph (Jack Benny) y María Tura (Carole Lombard) son dos populares actores teatrales que, aunque no lo reconozcan abiertamente, compiten entre ellos por ser el más famoso de la pareja. Ambos trabajan para la misma compañía teatral, la misma que anuncia el estreno de la obra “Gestapo”, representación que deben cancelar tras la orden procedente de las altas esferas gubernamentales, que alegan como motivo de la suspensión el no molestar al gobierno alemán, que todavía no puesto sus garras sobre Polonia. Este inesperado contratiempo obliga al grupo teatral a recurrir por enésima vez a un viejo conocido: William Shakespeare y su inmortal Hamlet; cuyo famoso monólogo irrita a Joseph Tura pues, el teniente Sobinski (Robert Stack), enamorado de María, siempre se levanta y desaparece cuando el actor recita el ser o no ser
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Poco tiempo después, las tropas alemanas, sin invitación por parte de sus anfitriones polacos, se cuelan en el país y Polonia es invadida por un ejército cuya cabeza visible es el coronel Ehrhardt (Sig Ruman), un individuo que no asume sus equivocaciones, que son muchas y continuas, de las que se desentiende descargando sus frustraciones en un subordinado llamado Schultz (Henry Victor). Sin más remedio, los soldados polacos que no han caído en manos del enemigo se trasladan a Inglaterra, donde se unirán a las tropas aliadas para continuar combatiendo a un enemigo común, que en manos de Ernst Lubitsch se presenta desde la caricatura y la ineficacia. La acción se desarrolla en una Varsovia llena de prohibiciones, lo cual obliga a sus dos estrellas dramáticas a permanecer en una inactividad que les impide disfrutar de los lujos y de los reconocimientos a los que estaban acostumbrados. Por suerte para ellos, y para desgracia del ejército invasor, su situación no tarda en cambiar, al tener que representar una trama que los devuelve a la escena, pero esta vez el escenario no son las tablas de un teatro, sino la vida real en la que tienen la misión de desenmascarar a un espía, el profesor Siletsky (Stanley Ridges), que se ha apoderado de una lista con los nombres de los familiares de los soldados exiliados en Inglaterra que habían confiado en él. Por los personajes y las escenas que forman el film, no me cabe duda que, junto a El gran dictador (The Great DictatorCharles Chaplin, 1940), Ser o no ser es la mejor sátira jamás rodada sobre el nacionalsocialismo y su líder, cuya caricatura se deja ver por las calles de Varsovia y, más adelante, ordenar a sus soldados saltar sin paracaídas desde un avión, una excelente manera de exponer la falta de pensamiento propio que afecta a ese colectivo que le siguen sin preguntarse si es o no correcto lo que les propone.

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